Recesión, inflación, deuda, déficit…
“Cuando liberemos las exportaciones vamos a ser un país normal, ahora somos un país anormal”, sentenció en rueda de prensa el ministro de Desarrollo Productivo y Economía Plural (MDPEP), Wilfredo Rojo (El Diario, 29.11.2019).
En contraposición a lo visto durante más de una década, la nueva tónica gubernamental apunta a dar su debido lugar a la exportación, actividad que no solo ayuda a subir la reserva de dólares en el Banco Central, sino que implica todo un proceso de inversión y producción por sobre la capacidad de absorción del mercado interno, haciendo que –más allá de los números fríos– el rostro social de la exportación sean los empleos legales y formales, con una retribución salarial a los trabajadores en este sector que supera a la media nacional.
La liberación de las exportaciones –que había sido anunciada inicialmente por el ministerio de Economía y Finanzas Públicas – fue refrendada por el titular del MDPEP anunciando una nueva norma al efecto, convencido de que un país que exporta más, crece más, al producir más allá de lo que pueda consumir su demanda interna.
La medida apunta también a resolver el problema estructural de cinco déficits comerciales consecutivos en su sector externo –que hasta octubre suma ya 748 millones de dólares– jalando hacia abajo el crecimiento del PIB.
Y es que, la prohibición, primero, y luego los cupos de exportación condicionados a la venta previa de ciertos productos, a “precios justos” en el mercado interno, desincentivó la producción y dañó nuestra economía.
“Antes de estos 14 años no había ningún precio justo para nadie y nunca hubo desabastecimiento, desde que empezaron a aparecer las limitaciones a las exportaciones, se desapareció el maíz y llegó el momento de que empezamos a importar el maíz de la Argentina, también exportábamos arroz y tuvimos que crear instituciones para importar arroz; en el mercado interno nunca faltó soya, se crearon los precios justos y de repente empezó a desaparecer la harina de soya…” (ibíd.)
Un caso patético fue el del azúcar: la imposición de un “precio justo” tan bajo en 2010 provocó su salida de contrabando y –un país históricamente excedentario– se vio en la triste necesidad de importar un azúcar cara, y subsidiarla.
Liberar las exportaciones es una gran apuesta –necesaria además– a fin de no llegar a sufrir como Argentina recesión, desempleo, inflación de dos dígitos, deuda pública impagable y déficit fiscal insostenible por haber castigado con retenciones y restricciones a su sector agroexportador, entre otras veleidades...
El autor es economista, magíster en Comercio Internacional
Columnas de GARY ANTONIO RODRÍGUEZ