¿Quién se salva…?
@LuzCanelas
No podía haber mejor calificativo, tomado además de varios opinólogos, unos más conocidos que otros: ¡Bolivia está rota! ¿Habrá alguien capaz de “pegarla”?
Está rota por dentro y por fuera. Llena de broncas; está partida por intolerancias, herida por falta de empatía y, sobre todo, está sedienta de venganza y de sobresaltos extremistas e indómitos.
Al parecer, el problema mayor lo engendran los políticos (léase gobernantes y exfuncionarios públicos), quienes, en lugar de ejercer como ejemplo de tolerancia, asechan alimentando iras para que gran parte de la población “las mame” arraigando más odios.
Como ejemplos cercanos, ayer Evo Morales criticó en Twitter que la mandataria interina Jeanine Áñez afirmara por la tarde que el pueblo debe evitar que vuelvan los “salvajes” al poder; palabras que para Morales confirman el “racismo” de la actual Presidenta. Sin embargo, al apuntarlo, el masista olvidó que durante 14 años él y su gabinete destilaron mensajes cargados de odio contra los q’aras, ahondando diferencias en lugar de acortarlas, pese a contar con el poder, con los medios y con la condición indigenista histórica que pudo aprovechar. Pero no. Optó por “dividir para reinar” y se tiñó de intereses mezquinos e individuales.
Jorge Quiroga tampoco aguantó lo suyo, y botando la diplomacia por la ventana, lanzó al presidente mexicano López Obrador calificativos como “matoncito”, “sinvergüenza” y “cobarde”, despertando además reacciones diversas en el mundo que —lejos de resituar el honor de Bolivia (como varios orgullosamente señalaron)— revelaron la poca tolerancia y polarización que ha estado caracterizando a los bolivianos.
Es lamentable, pero sucede lo mismo en los mercados, en las oficinas, en las calles, en las redes sociales y en el aire. Se respira división y susceptibilidad; se sindica al que comulga otra ideología política, religiosa y hasta deportiva… y se “descalifica”.
“¿Quién se salva? ¡Nadie se salva!”. Ese cántico resemantizado
nos viene como anillo al dedo. Tal vez ello forme parte del proceso que limpie la tensión y frustraciones heredadas de los álgidos momentos vividos durante los últimos meses. Sin embargo, en este momento en que se inicia el nuevo año, no parece certero culpabilizar, sino meditar para curar, aceptando y respetando las diferencias en pos de crear unidad.
Columnas de LUZ MARINA CANELAS ARZE