Repartija de territorios de originarios
Recientemente, la Central de los Pueblos Étnicos Mojeños del Beni (CPEM-B) ha solicitado a la presidenta Jeanine Áñez la abrogación del nuevo Plan de Uso de Suelos promulgado el 27 de noviembre de 2019. El Decreto Supremo 3973 de 9 de julio de 2019, autorizó la desforestación de 45.000 kilómetros cuadrados de bosques en los departamentos de Santa Cruz y Beni y, expresamente, autorizó la quema de estos bosques. Inmediatamente, los interesados en apropiarse de esas tierras procedieron a quemar unos 5.000 kilómetros cuadrados en la Chiquitanía.
Este salvaje, porque no hay otro calificativo, tren de destrucción fue vitoreado por las asociaciones de ganaderos y de agricultores de Santa Cruz y Beni, ante la perspectiva de la repartija de estas tierras, sin disimular su entusiasmo por la magnitud del desastre, que llegó a envolver en humareda a la ciudad de Santa Cruz e indignar a los citadinos.
Mediante una carta abierta que fuera publicada el 9 de septiembre de 2019, Amnistía Internacional se dirigió al entonces presidente Evo Morales, solicitándole suspender el decreto 3973 y suspender las tales “quemas controladas”, con la consecuente expansión de tierra agrícolas.
Las cosas no quedaron ahí y en diciembre de 2019 el Viceministro de Tierras instruyó que se efectúe una auditoría sobre la distribución de esas tierras destinadas a la deforestación. Preliminarmente, el viceministro informó que se halló anomalías y nulidades en la adjudicación de tierras en la Chiquitanía. Pero, como indicó el viceministro, no se trata de suprimir las adjudicaciones, sino de revisarlas.
Con lo que tenemos que se procederá a deforestar 45.000 kilómetros cuadrados de territorio nacional. Los originarios que vivan en esos bosques pasarán a ser los braceros, los peones para los que les arrebaten sus tierras. Un verdadero etnocidio. En cuanto a la Madre Tierra, la Pachamama, se le va a meter fuego y listo.
No dudemos que, si a los 23.000 kilómetros cuadrados de tierra agrícola que actualmente están en explotación en Santa Cruz, se le agrega 45.000 kilómetros cuadrados más, ciertamente se incrementará la producción agropecuaria nacional. No comeremos mejor, pero se exportará más carne vacuna a China. A cambio compraremos más autos y despilfarraremos dinero.
Pero habrá un costo a largo plazo que pagarán nuestros descendientes: serán gente degradada. En un siguiente artículo explicaré este proceso, que ha ocurrido en el pasado en este continente de las Américas, por lo que no debemos dudar que, si repetimos las causas, se repetirán las consecuencias.
Como el proceso lo explicaré en el siguiente artículo, lo que toca ahora es explicar por qué tenemos mejor opción que el etnocidio y la destrucción de los bosques. Pues porque vivimos en el siglo XXI, tiempo en el que manifiestamente prosperan los pueblos que se apoyan en la tecnología.
Los pueblos que depredan sus tierras, quedan pobres, subdesarrollados. Vean el caso extremo de Haití, donde se han talado todos los bosques. La tierra ha pasado a ser estéril, degradada, y el pueblo ha quedado sin esperanzas en la miseria. En cambio, en su vecina República Dominicana subsisten los bosques y hay desarrollo.
Los 23.000 kilómetros cuadrados empleados en Santa Cruz para la producción agropecuaria son completamente suficientes para la producción nacional, sin necesidad de exportar carne a China. Con la tecnología moderna, pueden producir mucho más. Piensen, amables lectores, que vivimos en el siglo XXI y que debemos dejar de ser salvajes.
Piensen en cómo Holanda, con su territorio reducido y su densa población urbana, consigue alimentar muy bien a sus 17 millones de habitantes y, además, exportar alimentos por un valor económico superior a lo que exporta Argentina o Brasil. Entonces, tenemos que con 23.000 kilómetros cuadrados actualmente destinados a la agricultura en Santa Cruz, se puede producir mucho, si vivimos en el siglo XXI y no en el pasado.
El autor es escritor
Columnas de BERNARDO ELLEFSEN