Principios incaicos
En anteriores artículos expuse porqué las leyes que se quieren implantar en Bolivia –destruyendo los bosques y arrebatando sus tierras a los cazadores que las habitan, que son sus legítimos concesionarios– además de ser leyes coloniales, de bárbaros y finalmente empobrecedoras, están en contra de los preceptos económicos incaicos.
Las leyes incaicas prohibían la caza de vicuñas y restringían la caza de venados. Sin embargo, cada varios años se juntaba la gente en cada provincia y se espantaba a las vicuñas hacia grandes cercos, donde las atrapaban. A esta forma de caza llamaban “chaco”. A las vicuñas que atrapaban las esquilaban y luego las soltaban.
Empero, para faenarlos seleccionaban algunos machos, tanto de entre las vicuñas como de entre los venados que atrapaban. A los demás los soltaban como reproductores. Como no mataban a las hembras, nunca dejaban de reproducirse bien.
Por el mismo principio, las autoridades incaicas prohibían la tala de los bosques, que en las regiones andinas son precarios. Cierto que la civilización de los antiguos andinos no se extendió por los bosques tropicales y esto debido a un principio económico elemental: la base de la economía andina era la crianza de llamas. Se podrá decir que el cultivo de maíz, papa y de otras cosas eran la base del sustento. Esto es relativo, porque en las áreas tropicales también se puede cultivar ciertas plantas que nutren. Pero lo que no se puede hacer en los trópicos es criar llamas, animales provistos de un grueso abrigo lanoso y, sobre todo, con corazones de tamaño grande y adaptado a la altura cordillerana. Sin estos animales domésticos, no había un adecuado aprovisionamiento de carne.
Por esta dependencia de la crianza de llamas, la civilización andina discurrió por la cordillera andina.
El ejemplo de las vicuñas nos enseña que en tiempos de los incas, y es de pensarse que desde mucho antes, los pueblos andinos protegieron su entorno natural y no comieron indiscriminadamente como fue la inclinación generalizada entre los amerindios.
Los andinos tendieron a ser buenos ecónomos; esto dentro de las posibilidades de su nivel evolutivo tecnológico. Nosotros debemos ser buenos ecónomos, dentro del nivel tecnológico contemporáneo, y no depredadores.
Si depredamos a nuestros bosques, como lo estamos haciendo, sucumbiremos a esa inercia de la economía del momento, sin restricciones, sin las prohibiciones alimentarias y ecológicas que deben cimentar una civilización bien entendida.
Esto, para no hablar del castigo de la Pachamama. Es decir, el castigo de la naturaleza personificada como madre tierra. Hay fuerzas sociales y naturales que operan como castigos de los desmanes humanos, pero de momento no quiero escribir sobre estas cosas.
Bastante esfuerzo me ha costado animarme a exponer esto de que la caza abusiva e indiscriminada condenó a largo plazo a los pueblos amerindios. No ocurrió tal con los pueblos andinos, que enfrentaron la conservación de sus vicuñas y guanacos, y de allí sacaron sus descendientes domésticos, que son las llamas y las alpacas.
Teniendo esta reserva de camélidos en sus tierras, los andinos crearon una civilización capaz de sobrevivir. Nosotros ahora disponemos de la tecnología del siglo XXI, con vacunos que se adaptan bien al trópico; consecuentemente, no se justifica que depredemos los bosques teniendo ya 21.000 kilómetros cuadrados de tierra agrícola en explotación en el departamento de Santa Cruz. Además que arrebatar más tierras a sus poseedores originarios, –desde los yuracarés y los sirionós cuyas tierras les han arrebatados los cocaleros– es un crimen de etnocidio.
El autor es escritor
Columnas de BERNARDO ELLEFSEN