Los cochabambinos deberían ser más ociosos
Los más sensatos han solicitado a los gobernantes la declaratoria de “cuarentena total” para detener la pandemia del coronavirus. La solución de inicio fue la jornada laboral excepcional de cinco horas (8:00 a 13:00). En estos pocos días muchos han notado que han trabajado lo mismo que en las ocho horas que la ley les impone, concentrando sus esfuerzos en menos tiempo y disfrutando de cuatro horas de ocio. Los empresarios se han dado cuenta también que en ese horario de emergencia se produjo más y con mejor calidad, que en las ocho horas de trabajo.
Se imaginan si los jóvenes de la Llajta abandonaran esa frenética idea de trabajar más de 12 horas, o “24/7” como ellos dicen, para acceder a ese paraíso superficial lleno de trivialidades. Ellos ahora no quieren privarse de esos derechos frívolos, renunciando de por vida a la superación personal de calidad.
Si supieran que en esas cuatro horas de ocio o de “no trabajar” es cuando se piensan y razona mejor las soluciones, las ideas y los emprendimientos. Lastimosamente, cuando llegue la hora de volver al trabajo 24/7, después de los tiempos del coronavirus, será cuando esas brillantes ideas y proyectos se esfumarán y diluirán.
A los cochabambinos no les gusta trabajar para otros, son independientes y también emprendedores por naturaleza, por lo general siempre piensan en negocios y cómo hacerse ricos para tener una vida cómoda; pero no son superiores o educados porque no tienen tiempo.
Lo que les insinúo de manera encubierta, aprovechando los momentos de ocio durante la cuarentena, es que deberían explotar esa tendencia liberal que llevan en el alma. La comodidad o la riqueza son aspiraciones de todos los mortales, pero mejor es poseer esa riqueza que solo da la superación personal o la educación, que se puede lograr a través de la explotación de los momentos de ocio.
Se la pasan trabajando 24/7 por un salario fijo, y esto no debería ser así porque saben ellos que mientras más educados sean, sus ingresos pueden mejorar y aumentar. Necesitan tiempo para educarse y superarse; sí, es verdad, y lo ideal sería que gocen de esas cuatro horas no sólo para instruirse, sino también crear o emprender.
Debería implantarse definitivamente la jornada laboral de cinco horas o la de cuatro en el mejor de los casos. Así se reduciría el esfuerzo físico e intelectual en el trabajo remunerado y se aumentaría considerablemente la superación personal en las horas de ocio. Con esto quiero decir que ese “tiempo no remunerado” bien podrían utilizarlo en alguna afición como pintar, leer novelas o tratados, escribir, aprender japonés, estudiar, filosofar, jardinear, etc.
Esto les haría ricos de verdad. Ya son muchos los países que están pretendiendo implementar esta modalidad de laborar con dignidad y combatir el desempleo. Si dejan de trabajar cuatro horas, otras personas ocuparían ese espacio para completar el “horario de ocho”. Socialmente sería mucho más provechoso, porque por la mañana el grupo A trabajaría y el grupo B se superaría; y viceversa por la tarde.
Estos próximos días serán muy complicados para enfrentar una pereza jamás vivida, puesto que el Gobierno decretó la cuarentena total.
Para superar ese trance me permito sugerirles la lectura íntegra del ensayo “Elogio de la ociosidad”, escrito en 1932 por Bertrand Russel (https://bit.ly/2U6TvPi). Personalmente y desde hace unos cuatro años atrás, acepté la ociosidad tal como la exaltó este filósofo inglés, y debo confesar que me está yendo muy bien. Feliz cuarentena.
El autor es abogado
Columnas de MARCELO GONZALES YAKSIC