Las líneas aéreas son imprescindibles, no solo la estatal
Desde las épocas del Lloyd Aéreo Boliviano –arrinconado y hasta coartado por las ansias políticas del MAS en sus borrascosos comienzos y secuelas– las líneas aéreas civiles-comerciales de Bolivia han pugnado por establecerse, ganar público y servirlo.
Lo han hecho, las más de la veces, con sacrificios financieros y márgenes de ganancia neta limitados y difícilmente mantenidos, considerando que la totalidad del equipo de vuelo y de tierra ha sido importado, lo mismo que el adiestramiento de aviadores comerciales y técnicos, a un costo en moneda dura mayormente ahorrada por empresarios bolivianos poco menos que pioneros y, desde luego, conocedores de las necesidades e incluso urgencias de transporte aéreo de miles de bolivianos, habitantes de docenas de localidades que hasta la fecha no cuentan con vías camineras transitables todo el año.
Es conocida la noción de que es más fácil construir una franja de aterrizaje de un kilómetro y medio de extensión, que una carretera agreste por cerros y bosques de cientos y hasta miles de kilómetros del territorio nacional de Bolivia, que es el doble en extensión que el de la Francia de hoy.
Desde mediados de marzo de 2020 Bolivia ha sido trastornada incrementalmente por la pandemia de Covid-19 que aflige al mundo y, desde luego, a cientos de líneas de transporte no solamente aéreo. Los planes de viaje de millones de pasajeros se han visto alterados e incluso cancelados y lo poco que se ha empezado a mover conlleva inmensas dificultades porque, entre otras cosas, los vuelos no pueden, o no podrán, mejor dicho, ir llenos de pasajeros ni mucho menos.
Ya al llegar al aeropuerto, donde sea en Bolivia, se tiene que tener en cuenta el peligro de contagio en el taxi, o en la acera de la terminal aérea. Llevar mascarilla y guantes, mantener distancia de por lo menos dos metros del prójimo en todo momento fuera y dentro de la cabina del avión, no deja de ser un reto de cambio profundo de la cultura de viaje. O sea que el quehacer del viajero ha sido o debe ser alterado drásticamente y, dado el limitado espacio de cabina que tendrán los pasajeros en vuelos de la línea aérea oficial boliviana, la demanda de vuelos adicionales tiene que ser satisfecha por las relativamente pocas líneas aéreas privadas que todavía existen en Bolivia.
El 2 de abril de 2020 representantes del sector privado aéreo boliviano pidieron formalmente y por escrito al Ministerio de Economía y Finanzas Públicas que tuviese a bien y cuanto antes promulgar un plan de emergencia para la aviación civil comercial boliviana que beneficie a ese público tan necesitado de transporte.
En la referida misiva, entre otras cosas, se plantea la necesidad de mantener la calidad y frecuencia de los vuelos y servicios pertinentes para los que por el momento –y con apremio– se solicita una línea de financiamiento de 100 millones de dólares para solventar las operaciones de las empresas del sector e incluyen los costos de mantenimiento que son por demás de básicos para cualquier emprendimiento de esta índole.
Se aclara que el préstamo será pagado puntualmente ya que no se trata de ningún fondo de cuenta perdida. El referido plan de emergencia que se solicita también incluye concesiones de rebaja del precio del combustible de aviación, los cargos de Sabsa y Aasana, y otras concesiones tributarias sin las cuales, hoy por hoy, la aviación comercial civil boliviana dejaría de existir lo que nadie en Bolivia lo aceptaría benévolamente.
El autor es miembro de número de la Academia Boliviana de la Lengua
Columnas de JORGE V. ORDENES-LAVADENZ