El río Taquiña
Hace menos de cuatro meses, el 22 de febrero, se produjo la tragedia que el río Taquiña ocasionó, con el antecedente que, dos años antes, el 7 de febrero de 2018, se había sufrido el mismo problema, encontrando nuevamente desprevenidas a las autoridades encargadas. En dos años no se había resuelto nada ¡Sorprendente! La población sufrió la tragedia por segunda vez, gracias a la incompetencia de los funcionarios.
En ese lapso, la municipalidad de Tiquipaya tan solo reconstruyó el puente sobre la avenida. Ecológica, sin mayor análisis; descuidando la atención de las causas esenciales del siniestro. Es decir, se efectuaron obras de maquillaje sin incidir en el control de la cuenca, con la consecuencia que, al repetirse este año, la tragedia resultó más devastadora. Las obras fueron efectuadas por una gestión municipal encabezada por un funcionario venal. Los vecinos sufrirán, nueva tragedia el próximo año, si las autoridades e instituciones tutelares no toman acciones inmediatas.
Observemos que las riadas se producen hacia el final de la temporada de lluvias y casi en fechas iguales. El próximo año, ¿la tragedia nos sorprenderá nuevamente indefensos en febrero?
La Sociedad de Ingenieros de Cochabamba (SIB–departamental Cochabamba) organizó, en marzo 2020, un simposio con asistencia multitudinaria. Se elaboraron documentos, por parte de los asistentes, que fueron puestos en consideración de las autoridades de esa institución. La Asociación Boliviana de Ingeniería Sanitaria y Ambiental, ABIS, filial Cochabamba, llevó a cabo un seminario al respecto y también se emitieron recomendaciones a las autoridades competentes.
Durante la catástrofe, muchas máquinas efectuaban el retiro de rocas arrastradas por el río. Todo un espectáculo. Sin embargo, la acción fue solo un intento desesperado durante el momento de la emergencia, pero de ninguna manera una solución. Nunca se podría vencer a la montaña con el afán de retirarlas. Lo correcto es impedir que bajen por el cauce. Alarma leer en un medio de prensa del 19 de marzo, el siguiente titular: “Dragado y reencauce del río Taquiña deben ser permanentes”. Seamos tolerantes con el periodista que, seguramente, recogió la sentencia de un funcionario técnico desconocedor del tema, pero es una muestra de la falta de criterio con que se opina. Esperemos que los que manejen el asunto, a futuro, estén dotados de criterio técnico preciso.
El trabajo, a futuro, es grande y el presupuesto de obras significativo; motivo por el cual deberán sumar esfuerzos la municipalidad de Tiquipaya, la gobernación de Cochabamba y el gobierno central.
No soy especialista en esta problemática. Sin embargo, como profesional ingeniero, me permito esbozar de manera general las acciones que habría que encarar en la cuenca del río Taquiña: estabilización de todas las laderas, especial y urgentemente de las que sufrieron deslizamiento, construcción de disipadores de energía a lo largo de todo el cauce del río, reconstrucción de los puentes sobre las Avenidas Circunvalación y Ecológica, capaces de conducir con solvencia el flujo de mazamorra y el paso de rocas de gran tamaño.
En este momento, los equipos técnicos de la municipalidad de Tiquipaya deberían estar trabajando con carácter de urgencia.
La municipalidad de Tiquipaya es la instancia más directamente interesada en lograr soluciones y debería estar liderando la conformación y desempeño de grupos de trabajo en los que se requerirá la participación de la SIB, la gobernación, el gobierno central y otras instituciones. Aparentemente, la municipalidad de Tiquipaya no estaría trabajando sobre el problema que nos ocupa. Sus funcionarios son, supuestamente, incapaces de encarar las acciones correctivas respecto al río Taquiña. Sin embargo, por lo que se denuncia y reclama, parecen tener experiencia en extorsionar a los constructores de viviendas y condominios y en general a todo ciudadano que tiene la desgracia de realizar trámites. La pandemia no significa que no hay que trabajar, ni olvidar que la población estuvo solicitando el enjuiciamiento del protervo alcalde de esa localidad; quedando esa intención en el olvido momentáneo.
¡Tiquipaya, despierta! Se debía estar trabajando en estos momentos. No desaprovechemos esta época de estiaje. Después ya será tarde, una vez más.
Pero, este es el primer capítulo de una larga serie: Los numerosos ríos y torrenteras que bajan de la cordillera del Tunari, requieren ser estudiados y -demarcadas debidamente las franjas de seguridad en las riberas para que las futuras urbanizaciones no invadan por anticipado las cercanías de los cauces. Las autoridades correspondientes deberían ponerse en movimiento.
El autor es ingeniero electricista