Pase lo que pase, será lo mismo
Mientras el contagio de Covid-19 crece, luego de una amarga disputa política –semejante a la de aventureros públicos–, surgen denuncias de conspiración que no encajan, visitas electoreras al zorro Antonio, actos de aparente éxito en la incautación de droga, anuncios de secuestro de Bs 1,5 millones, imposición de cuarentenas rígidas “mamarracho”, anuncio de reactivación de empleo con inversión de 13 mil millones y marcha atrás por cálculo electoral en el sur del país, robo de camiones que transportaban equipos, etc.
En ese contexto, las accidentales presidentas del Estado y de la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) están enfrascados en sus mezquinos intereses políticos. La primera manteniendo su candidatura y descuidando la lucha contra la Covid-19 que resulta ser una estafa, y la segunda valiéndose de los 2/3 que el MAS tiene en la ALP para sacar provecho de los errores del Órgano Ejecutivo.
Entre tanto, el Tribunal Supremo Electoral publicó el calendario electoral de las elecciones generales del domingo 6 de septiembre, siendo las actividades más importantes: 24 de julio, difusión de propaganda electoral; 27 de julio, sorteo de jurados electorales; 7 de agosto, inicio de propaganda electoral en medios de comunicación; 6 de septiembre, día de elecciones generales; y, eventualmente una segunda vuelta fijado para el 18 de octubre.
Pero los Demócratas –circunstanciales administradores– expresan su disconformidad señalando que el país estaría en el pico más de la pandemia, lo que pondría en riesgo la salud y la vida de la población, argumento no válido porque el Gobierno se ha aplazado en la lucha contra el coronavirus y, sostengo, la vida, la salud y el bienestar de los bolivianos es lo que menos les interesa.
Sin embargo, muy a pesar de la oposición de la alianza de la candidata-Presidenta y de sus adláteres, coincido con todos los que quieren elecciones el 6 de septiembre, pues considero que la votación puede realizarse con mucho más orden que las ferias de los mercados La Pampa o Calatayud o el incumplimiento de disposiciones de parte de transportistas federados y libres, o de la desaforada opinión del Ministro de Gobierno con relación al Trópico y de la inútil gestión de la delegación presidencial en Cochabamba.
El país no puede estar a voluntad de cálculos políticos e intereses de un grupo marginal que casualmente llegó al Palacio de Gobierno, pero que desde hace varios días intenta cobijarse bajo el paraguas de la pandemia con el claro propósito de no dejar la miel que genera el ejercicio del poder, y por eso nos narran fábulas de cowboys estadounidenses.
Por eso, pase lo que pase y suceda lo que suceda, pienso que no es posible que la agonía se prolongue en el tiempo, como quiere y pretende el Gobierno, porque el poder último de decisión en materia política corresponde al pueblo en su conjunto. Dicho de otro modo, a más pandemia menos democracia, resultando, por tanto, lo mismo si no hubiera elecciones el 6 de septiembre.
El autor es abogado y docente en la UMSS
Columnas de HENRY GONZALO RICO GARCÍA