Demandas totalitarias
El resultado de las recientes elecciones del 18 de octubre ha despertado afanes totalitarios entre algunos vencedores y vencidos. En unos revela un cinismo en grado superlativo y en otros, simple ignorancia y ridiculez.
Que Evo Morales, desde su exilio, se atreva a ordenar al Tribunal Supremo Electoral (TSE) que suspenda la acusación por fraude confirma esa actitud de quien todavía se cree poderoso y puede manejar a beneficio suyo a los órganos del Estado.
Sin embargo, el expresidente olvida dos detalles importantes. Primero, que ahora es un ciudadano común y corriente, sin poder alguno para dar órdenes a ningún funcionario. Segundo, que en el TSE ya no están los militantes de su partido como Wilfredo Ovando, Lucy Cruz y otros a quienes sí podía ordenar lo que le venía en gana.
Y que el MAS haya ganado las elecciones de 2020 legal y legítimamente, pese al factor Evo, no significa que se disipen automáticamente las acusaciones de fraude de los comicios de 2019. Una investigación técnica y neutral tendrá que definir la falsedad o veracidad de las denuncias.
Del otro lado, la incapacidad para admitir el triunfo del MAS está llevando a alguna gente a protagonizar espectáculos grotescos, como pedir de rodillas en las puertas de los cuarteles que los militares tomen el poder.
Un poco de lectura y conocimiento de historia nacional les haría bien a esas personas que avergüenzan con su actitud a toda una sociedad y a varias generaciones de ciudadanos que sí se han enfrentado a dictaduras. Que han sido torturados, encerrados en calabozos, exiliados y separados de sus seres queridos. Y muchos de ellos han ofrendado sus propias vidas para que podamos vivir en democracia. Miles han muerto para que precisamente los iletrados que ahora se arrodillan en puertas de los cuarteles puedan emitir su voto con libertad para elegir a sus gobernantes.
Afortunadamente, sólo son un puñado minúsculo los lunáticos que piden dictadura y bloquean las calles. Pronto serán presa del cansancio y buscarán otra distracción. Lo que queda claro es que los tiempos están cambiando y la ciudadanía quiere vivir y trabajar en paz. No está dispuesta a aceptar más gobernantes cínicos e impostores, vengan del lado que vengan.
El autor es periodista
Columnas de MICHEL ZELADA CABRERA