Terminar con lo que está mal
No se trata de que Salvador Romero conceda la gracia a “la ciudadanía” para que esta revise, al revés y al derecho el Padrón Electoral, aunque parece que no “a todo”, porque, a decir de Édgar Villegas, el ingeniero informático que denunció el supuesto fraude electoral de 2019, porfían en que no se puede poner en manos públicas los datos de los ciudadanos porque está por delante el “derecho a la intimidad”. Ese “paraguas” ha impedido al acusioso ingeniero contar con datos detallados de las llamadas “estaciones de registros biométricos”, que no son otra cosa que las máquinas donde se registró la gente (huellas); es bueno anotar que Villegas no pidió nombres sino números, para saber cuándo y dónde se registraron; eso es revisar el Padrón, precisamente,
Como sea, el tema sigue siendo que al final se va a llegar a la conclusión de que lo mejor va a ser que se efectúe una auditoría forense del Padrón Biométrico (que está en soporte digital) versus los libros de huellas digitales de la votación electoral 2020 (que están en soporte físico) y que estos últimos deben ser digitalizados y confrontados (hay programas informáticos que lo hacen de manera sencilla y no muy cara (que sería lo de menos, considerando la necesidad que tenemos de tener una democracia segura).
Como aseguré la semana pasada, los libros están en todos los Tribunales Electorales Departamentales, de manera que se puede hacer; eso no es tan car y si el Estado no tiene, podemos “hacer una vaquita” con una cuenta en un banco para que logremos “terminar con lo que está mal.
Villegas, yo y muchos otros tenemos la información de que esto comenzó con “máquinas cargadas”. Algunos hablan del exRegistro Único Nacional (RUN) –lo que es posible–posible, otros hablamos de la posibilidad de que las máquinas hayan comenzado su trabajo “precargadas” (yo me atreví a decir que tal vez hayan llegado así desde Venezuela en 2009, donde vaya uno a saber para qué las enviaron). Lo que hay que hacer, es cruzar los datos que pretende Villegas y lo que venimos sosteniendo los otros es que se realice un cruce ente los datos biométricos y los datos físicos, huellas vs huellas.
¡2009, año interesante! El MAS ya estaba en poder formal y legal del Tribunal Supremo Electoral (TSE), ahí fue cuando el Padrón comenzó a dar saltos en cuanto a la inscripción, pasando de un rango de 500.000 a 600.000 registros por año (2002-2005) a más de 1.200.000 en los años subsiguientes. Veamos:
De 2005 a 2009 el Padrón creció en:1.277.671 votantes.
De 2009 a 2014 el Padrón creció en: 1.294.315 votantes.
De 2014 a 2019 el Padrón creció en: 1.072.226 votantes.
De 2019 a 2020 el Padrón creció en: 17.561 votantes, como efecto de la “limpieza mediante de un 5% a un 6% de carnets repetidos, fallecidos y números irregulares”; si se compara con los números anteriores, así sea sólo un año, no tiene un crecimiento correspondiente; eso es evidente. (¿La pandemia?... todo les sirve.).
¿Cómo pasó eso? tiene que tener una explicación o, mejor aún, alguien tiene que explicarlo. Digamos que eso podía pasar, máximo, entre 2005 y 2009, si quieren, considerando que en esos años hubo “carnetización masiva” y mucha gente fue registrada por primera vez, lo cual puede explicar de alguna manera la expansión del Padrón, pero, 10 años después se registra la misma “frecuencia”. Además, tomemos en cuenta que entre el año 2002 y el presente, la población creció en 3,2 millones, y el padrón creció también en 3,2 millones.
Uno es neófito en estadísticas, pero acucioso, investiga a fondo y descubre, a veces, detalles que cortan la respiración o, como dice alguien que conozco: “hacen levantar una ceja”.
A ver: Reparemos en el cambio de población y del padrón de 2014 a 2019; Cambio en población: +640 mil personas. Cambio en el padrón: más de 1,07 millones. Eso necesita una explicación: ¿fueron empadronadas más personas de las que nacieron/ inmigraron en esos cinco años?
Hay otro detalle en el que tenemos que poner atención e indagar un poco más, es la distribución de edades en Bolivia.
Ahí estamos trabajando, no quiero adelantarme, pero, cada vez me convenzo más de que la única manera de arreglar lo que está mal es contrastando los registros físicos de huellas digitales con los registros de huellas digitales en soporte electrónico… justo lo que Romero (el presidente del TSE) no quiere hacer, insistiendo que ya hubo una “auditoría al Padrón en 2017”, cosa que, al haberse constatado el fraude en 2019, pierde todo su valor. Además, recordemos que: de las recomendaciones de la OEA, no se cumplieron todas y no hubo auditoría al Padrón, simplemente se limpiaron a los muertos que votaban, se limpiaron las cédulas duplicadas y las cédulas incorrectas. Reitero, eso no hace el 5% del Padrón; es más: ese no es el padrón mismo, por eso mantengo que hay que verificar y contrastar 7,2 millones de huellas entre lo digital y lo físico: papel vs. Computadora, tinta vs. bits.
Hay mucho aún por destapar, por ejemplo: (y esto lo saben Romero y los otros vocales del TSE): La disposición geográfica de mesas está diseñada para que el MAS gane. Además, deben reconocer y los reto a que me desmientan: el sistema de Difusión de Resultados Preliminares (Direpre) no funciona y nunca tuvo la posibilidad de funcionar, es un trabajo doméstico de desarrollo propio y lo manejan unos jovencitos aficionados que nunca tuvieron un trabajo de esa envergadura.
Seguiremos con el tema.
El autor es periodista
Columnas de CARLOS FEDERICO VALVERDE BRAVO