Peras y mangas
El finado Víctor Paz Estenssoro decía que subir al árbol del poder era importante, pero las peras producidas no alcanzaban para todos, me dijo mi suegra la otra mañana en el canchón.
—¿Y a qué viene todo eso? —pregunté.
—A que él hablaba del poder como un árbol de peras al que hay que subirse para tomarlo y, sin embargo, usted no necesita subirse al árbol porque hace dos horas, torcido y de cuatro patas, está cosechando mangas. No hay que treparse a ningún árbol para cosechar mangas y eso me hizo pensar en lo prodiga que es esta tierra, desde que me vine de Huanuni, subrayó
—Pero en Huanuni tampoco hay peras —me atreví a puntualizar.
—¡No me contradiga!, solo estaba tratando de darle ánimo, porque está desde las seis de la mañana cosecha que cosecha y aún no ha terminado de colectar las mangas y hasta que no termine, no habrá desayuno.
No dije ya nada, porque no llevarle la contra es la mejor forma de no salir herido cuando hablo con ella, especialmente por las mañanas.
Sin embargo, me puse a pensar que los tiempos van cambiando. Si comparamos un árbol de peras con uno de mangas, hay mangas para todos. Por eso, a lo mejor, no bien se anuncian elecciones, otra vez emergen cualquier cantidad de candidatos.
Ahora todos quieren ser gobernadores o munícipes. Brotan con mayor facilidad que las frutas luego de las primeras lluvias y ese no es un hecho de amor por la tierra, sino una codicia mortífera. Es el delivery del suicidio político a domicilio porque, mientras más patriotas corran tras las mieles del poder, más lejos estarán de alcanzarlas.
Perdiendo las nacionales, ya sabemos quién volverá de acá en cinco años.
—Si el “yoyoismo” sigue en vigencia, nuestra carreta seguirá siendo jalada por cuatro bueyes en diferentes direcciones —le dije a mi suegra.
“Por cuatro burros”, me corrigió ella.
Y, realmente, hay que ser muy asnos para no aprender la lección.
Está claro que metafóricamente funciona el árbol de peras, pero no podemos hablar de mangas, sino de una punta de mangueros queriendo trepar al árbol del poder.
Ya lo dijo Pelopudus; “para ganar un partidum de fútbol no es suficiente jugar bien, es necesarium meter goles. En política, para ganar elecciones, no es suficiente tener patriotismum, sino tener un partidum que no esté partidum”.
Mucho más si en, serio, quieres ser oposisiorum, remató mi suegra.
El autor es humorista
Columnas de ADOLFO MIER RIVAS