Ser o no ser, esa es la huevada
Ese el título del ensayo que expuso el sobrino de mi suegra en un taller literario de su barrio. Lo hizo en el club deportivo y cultural “Los Buitres”.
Me insiste en que lo publique y en aras de la paz en el hogar, antes de las fiestas, lo hago respetando el original y haciéndome cargo de las consecuencias que podrían llegar, desde crisis ministeriales hasta algún aludido que me saque la contumelia o alguna fanática del proceso me haga mal de ojo.
El autor es Hamlet Ucumari Dickson y a la letra dice:
¡Ser o no ser, esa es la huevada! Va pasando el tiempo y vendrán nuevas promesas porque habrá nuevas elecciones. No hay nada del problema, es más; el problema es que no hay problema, porque estamos entre sufrir de la incapacidad del Estado y la indiferencia del populi.
¿Ser o no ser? ¿Hacer qué? ¿Qué hacer? ¿Hay que rebelarse contra ese mar de desdichas o desaparecer con ellas? Decir: ¿a la pelotita, los de hoy, son tan inútiles como los anteriores?
Cuando vi la posesión de la Casa de la Cultura, me emocionó la concurrencia de gente linda que se dedica al arte. Todos hablaron bonito, pero nadie habló del teatro. En realidad, nadie del teatro había ahí presente, entonces díjeme: “tranquilo no hay actores, pero todos están haciendo puro teatro, donde se hablan de cosas muy lindas, de otras medio trilladas, de discursos bien dichos pero, donde nadie va a ninguna parte”.
¡Morir, dormir, ¿no despertar más nunca? Ta’ grave la cosa, hermanas y hermanos. Nadie dijo cómo iba a salvar a la cultura. No hubo un ñato, de esos nuevos que parecen jóvenes inquietos que quieren un espacio y decir: “En este Misterio no solo hará ch’allakus, sino que venimos con propuestas y proyectos que recuperen el teatro, porque el teatro es pues un fenómeno eminentemente social y comunitario”, o cosas así, diríamos.
Más que el dormir, hermanas hermanos, nos quedamos en el morir, porque si no hay aire para el teatro, el teatro estira la pata, porque los discursos no alimentan ni la panza ni el alma. Las palabras, sin números en pandemia, son como las nubes cuando las bate el viento.
¿Ser o no ser? Esa debía ser la respuesta del Estado, que sigue sentado sin pensar en la cultura, en realidad sin preocuparle la cultura porque los artistas no pueden hacer paros, huelgas ni bloqueos. Ya los veo hermanas y hermanos haciendo un bloqueo en la puerta de nuestro teatro. La gente diría; “qué payasos tan chistosos, ya no saben qué hacer y están actuando en las calles, en tanto los bribones, con letrados y demagogos que no conocen el problema, teorizan y dicen piropos, mientras su indolencia los lleva a la decadencia.
¡Ser, o teatro no hacer! ¡this is la vaina!
El autor es humorista
Columnas de ADOLFO MIER RIVAS