La victimización, una estrategia peligrosa
“Ser víctima tiene privilegios: otorga prestigio, identidad, derechos, exige escucha, promete reconocimiento. Garantiza la inocencia, porque la víctima no ha hecho, le han hecho; no actúa, padece y reivindica. Es una paradoja”, asegura Daniele Giglioli, profesor de Literatura Comparada en Bérgamo, Italia, y autor del libro “Crítica de la víctima”.
Y agrega: “La víctima no tiene necesidad de justificarse y ese es el sueño del poder, una posición estratégica. De hecho, establecer quién es más víctima es el pretexto de todas las guerras, y la idea de la que parten los movimientos populistas”.
Es cierto que victimizarse es una estrategia de la mala fe que hoy tiene mayores perspectivas de éxito que las que tuvo en el pasado.
Quizás esto se deba a que hoy estamos más atentos a los dolores del otro, porque, en un reflejo de autoprotección colectiva, estamos entendiendo que la compasión es necesaria para salir de esta peste.
Sin embargo, no es fácil avanzar estrategias racionales de compasión. No las hemos logrado formular todavía; ni en la economía política, ni en la salud social, ni en el uso de los recursos naturales, ni en la institucionalidad política.
A veces pienso que las dificultades de la compasión racional son tan grandes y nuevas que preferimos denunciar toda compasión en vez de ponernos a pensar cómo ser eficientemente compasivos.
Y existe el riesgo de que crezca y se expanda, a escalas insospechadas, esa victimización que lleva a derrumbar estatuas y puede llevar a la quema de libros…
El autor es ciudadano y artista
Columnas de LUIS BREDOW SIERRA