Nacionalismo y coloniaje
No, querido lector, no me estoy dedicando en esta columna a la famosa obra de Carlos Montenegro, sino a ciertas reacciones nacionalistas respecto del fenómeno Dessard. En las últimas semanas el joven y guapo francés ha hecho noticia, no solo porque se ha puesto a limpiar la porquería que nos inunda, sino porque de alguna manera ha creado una corriente, que si se mantiene viva, será en un rubro no poco importante, una verdadera revolución.
Como estamos viviendo una efervescencia política, el asunto no ha podido quedar exento de ese tipo de polémica. Quienes no aman al Gobierno han puntualizado, y con razón, que al Gobierno, que se precia de ser cuidador de la Pachamama, no se le ocurrió en 14 años, promover una acción de ese tipo, los oficialistas, por su parte, han ido a posar con el héroe de la hora, extendiendo una wiphala.
En las redes ha surgido también un debate sobre si la acción de este Lancelot du Lac del siglo XXI, no era una vez más producto de nuestra mentalidad colonial, tan arraigada, y tan perniciosa, algunos han llegado a ser críticos de una acción que solo merece aplausos, y otros han criticado esos aplausos, sospechando como digo de ese “coloniaje”, que tanto deberíamos detestar.
Nuestra historia está llena de extranjeros que terminan teniendo un enorme protagonismo en nuestro país, algunos de la manera más positiva, otros todo lo contrario, (o como se lo quiera ver).
Es colonialismo, pero ojo, aclaremos que este no comienza con los españoles, ni, mucho menos, termina con ellos. No olvidemos que los incas, Manco Capac y siglos después Pachacutec, fueron extranjeros, y tampoco olvidemos esa característica de Bolívar, Sucre y, last but not least, Otto Felipe. Los héroes de la independencia habrían sido vistos por muchos, y con razón, como unos foráneos metiches, y (hasta medio masistas). La última figura colonial de fuste ya en la segunda mitad del siglo XX, es sin lugar a dudas el famoso Che Guevara, que puede también ser visto como un adelantado que fue neutralizado por las élites de turno. Pero por supuesto que hay más, aunque con protagonistas menos viriles. No es una casualidad que las AFP de los años 90 hubieran venido, del mismo modo que los arquitectos de la Constitución de Evo ya en el siglo XXI, directo desde la Madre Patria.
En el plano cultural e intelectual, pasa algo parecido, el importante rol de lo foráneo es innegable. Búsqueselo en cualquier campo, sea la música, la historia, la sociología, o la ecología, sea por individuos foráneos que terminan por estos lares, o por bolivianos que se forman en universidades del llamado primer mundo. De hecho, hasta el pachamismo del vicepresidente Choquehuanca no deja de tener, si se analiza con atención, un tufillo colonial.
¿Está eso mal?, ¿es ese un defecto, como lo plantean los nacionalistas más extremos?, creo que no. ¿Es positivo dejarse influenciar por lo extranjero? Por supuesto que sí. De hecho, creo que en realidad nuestro futuro, y nuestras posibilidades de construirnos como una sociedad justa y feliz, tienen que ver con asumir, no solo nuestro pasado colonial, sino nuestra realidad de dependencia cultural, (sin desmerecer los importantes aportes del mundo autóctono). Dicho sea de paso, de ahí que un (vice) ministerio de Descolonización, es, como se ha visto, un despropósito de dimensiones mayores.
La figura del guapo gringuito, (aquí llamamos gringo a todo foráneo blancón o rubio), tiene un retrogusto colonial, y está bien así. No deja de ser un actor muy valioso, y debemos tener la esperanza que esta iniciativa no se quede ahí, que Alexis no sea una anécdota, que no sea una Mary Poppins, que luego de una corta estada se vaya con su magia a otra parte. Aprender a manejar la basura, es algo que necesitamos hacer todos, no es un problema político, es un problema cultural, y copiarse el mejor manejo de esta, no es ninguna mala idea, aunque hiera nuestro espíritu, y nuestro orgullo nacional.
Una vez más, gracias otra vez Alexis Dessard.
El autor es operador de turismo
Columnas de AGUSTÍN ECHALAR ASCARRUNZ