Bolivianos de quinta
La vida discurre veloz y pronto somos viejos, antes de lo que imaginamos. Cuando eso ocurra para Evaliz, cuando la vida le haya regalado los años que a veces no queremos contar, la tercera edad, ojalá no tenga que madrugar y hacer fila por una ficha, por un bono o una atención médica. Ojalá no tenga que renegar, despotricar o maldecir porque algún vivillo se coló y se adueñó de los medicamentos que por derecho le correspondían. Ojalá que, en algún momento, ya por su edad o por alguna molestia fortuita requiera de urgencia una cama de hospital, no tenga que derramar llanto para que le atiendan. Sería terrible.
Hoy, gracias a su albedrío o de su progenitor, no tiene esas penurias, no padece esas carencias, ni siquiera tiene la necesidad de dar la cara para responder a su vacunación sin que le correspondiera. No. Otros, acaso gente sin principios, dignidad ni amor propio se ensuciarán las manos por Evaliz o por su papi. Otros serán los que realicen el trabajo sucio de sancionar inflexiblemente a la enfermera que osó vacunarla.
También habrá alguien que dé la cara por Adriana Omonte, esposa del ministro de Gobierno, Eduardo Del Castillo Del Carpio; y por Roxana y Liz, hijas del fiscal General del Estado, Juan Lanchipa Ponce, el que tiene por misión aplicar justicia. Según el Registro Nominal de Vacunación Electrónica (RNVE) del Sistema Único de Salud (SUS), Adriana, Roxana y Liz figuran como vacunadas contra el coronavirus sin que les correspondiera, igual que Evaliz.
No se trata simplemente de una vacuna, «una» —como defendía un acólito izquierdo—. No se trata de que no afecta en nada el stock de más de dos millones que se dice ha llegado a Bolivia. No es cuestión de cantidad, se trata de que la Vacuna VIP que recibió Evaliz y su corte, por donde se lo vea, es signo descarado de injusticia, corrupción, ilegalidad, discriminación, manoseo, canallada: una burla a la persona, una mofa al ciudadano común y corriente que clama un sistema de salud que salve la vida suya y de todos los bolivianos por igual.
Por eso mismo, la vacuna de Evaliz evidencia, hoy más que nunca, que existen bolivianos de primera y bolivianos de quinta; bolivianos VIP y bolivianos ordinarios; bolivianos favoritos y bolivianos despreciados. ¡Abismal diferencia! Ojalá ella y todos los privilegiados de hoy no lleguen un día a ser eso, bolivianos de quinta. Digo, sería jodido.
Lo «positivo» del asunto es que nos enteramos de que existe un Viceministerio de Promoción, Vigilancia Epidemiológica y Medicina Tradicional y una Autoridad de Supervisión de la Seguridad Social de Corto Plazo (Asuss) que, amorosamente, está «indagando el caso». ¡Santas investigaciones, Batman!
El autor es periodista
Columnas de LUZGARDO MURUÁ PARÁ