Jeanine y el nombre de la rosa
En la novela de Umberto Eco hay todo un capítulo dedicado a la importancia de los nombres, y es justamente de ahí que sale el título de su obra.
Me vino a la memoria esto ahora que el Gobierno tiene presa a Jeanine Áñez y la califica con términos por demás humillantes (eso al margen del tratamiento que de por sí es indigno para una exmandataria y para cualquier ser humano).
El MAS, en su intento de reescribir la historia, habla de “golpe”, niega la sucesión constitucional, cuestiona el que una senadora se haya atribuido la presidencia del Senado y del país. “Esta mujer no merece ni siquiera ser llamada expresidenta”, sentenció hace unos meses con todo su desprecio el ministro de Gobierno Eduardo del Castillo.
Fiel a esa política, en las audiencias de Áñez y en las invitaciones a la prensa, los ministerios de Justicia y de Gobierno se han referido a ella como “la rea”. Después de que la prensa advirtiera que ese nombre se aplica sólo a quienes ya tienen sentencia ejecutoriada, se cambió el término por el eufemismo “la privada de libertad”.
Mucho favor le hacen, ¿verdad? Por lo demás, el tratamiento recibido ha sido de lo más indigno, se le ha negado un juicio de responsabilidades que debió haberse gestionado mediante la Asamblea Legislativa, se le dictó una detención preventiva de seis meses, luego otros seis meses más (por si acaso), se le puso cuanta traba burocrática pudo existir para acceder a sus exámenes de salud, se la ha tratado de la manera más indigna posible … ¿Qué nombre tiene eso? No, eso, simplemente, no tiene nombre… a no ser que le llamemos infamia.
Y en cuanto a Jeanine Áñez, ella simplemente ha sido el eslabón más débil en el que el MAS pudo concretar su venganza, el “chivo expiatorio”. Jeanine Áñez es una presa política. Ese es el nombre de la rosa: presa política.
El autor es periodista
Columnas de LUIS FERNANDO AVENDAÑO