La “verdad” del poder y el rol de la prensa
El 20 de marzo de 2003, la cadena televisiva CNN tuvo el privilegio de transmitir en vivo y directo el lanzamiento de los misiles desde un crucero estadounidense, rumbo a las bases militares de Irak. “Nuevo Amanecer”, fue el operativo realizado bajo el argumento de aniquilar las armas de destrucción masiva que estaban en poder de Saddam Hussein.
La CNN alzó vuelo y se constituyó en el órgano del poder, en el vocero oficial del gobierno de George Bush. Tenía la exclusividad de las declaraciones, de los operativos paralelos, de los muertos y heridos.
De esta guerra-invasión contra Irak, lo dijeron en su momento y se ratificó luego, la “primera víctima fue la verdad”. Porque la verdad duele y nunca los gobiernos de EEUU pudieron comprobar la mentira que vendieron a sus aliados. Por ello, los medios de comunicación se alinearon contra esa mentira y contra esa verdad: nunca hubo arsenales o fábricas de armas de destrucción masiva. Pero la CNN creció y se hizo poderosa a nivel mundial.
La verdad de Bush fue un gran engaño y una masacre.
Y siempre la verdad de los hechos es una de las principales afectadas en todo conflicto bélico, guerra civil, revueltas sociales, etc. En Bolivia se está dando esta batalla implacable, en la que los medios de comunicación y el poder son los protagonistas.
Periodismo versus relaciones públicas para el poder. Prensa versus vocería política. Periodistas versus comunicadores portavoces gubernamentales. Noticias versus manipulaciones. Hechos versus narrativas fantasiosas. Medios paraestatales versus medios privados.
Podemos citar a varios autores, a insignes periodistas para sostener aún más los argumentos de este artículo, pero creo que la realidad es más poderosa que las teorizaciones o los buenos deseos de quienes hicieron del periodismo un instrumento de vida y de lucha contra el poder, y siempre reflejaron las historias, los dramas y las injusticias que soporta el ser humano.
En Bolivia, los medios de prensa están divididos en dos grandes mitades, porque el poder entendió y asumió la enorme importancia de la información, porque, además de que es poder, es vida, se hizo imprescindible en nuestras vidas y en nuestras acciones, y por ello desplegó una estrategia para fortalecer los medios del Estado y cooptar otros medios privados, harto conocidos a estas alturas de 2021.
Precisamente, cuando se logró instalar en el imaginario colectivo las dos narrativas: golpe de Estado y fraude electoral, un grupo de periodistas, sin investigar y solo obedeciendo dictados del poder, dan por hecho el golpe de Estado, ni siquiera dicen el supuesto golpe. Es así que en sus páginas, en sus espacios de Tv o de radio, se dedican a confundir y mezclar la información con la opinión. Asumen posición, están en su derecho de hacerlo, pero dejan de ser periodistas. Se convierten en voceros de los caprichos del poder de turno. “Este oficio no es para cínicos”, decía Kapuscinski.
Incluso, los ministros del poder, atacan, se molestan y acusan a los otros medios y periodistas de mentir, de no decir la verdad, de estar trabajando con la oposición. Es como si hubiera los medios que dicen la verdad (los que están con el poder) y los medios de prensa que vienen mintiendo (los que tratan de hacer su trabajo de forma objetiva).
“Tomamos las palabras de la ANP (Asociación Nacional de la Prensa de bolivia): Página Siete, EL DEBER y Los Tiempos tienen que hacer un ejercicio independiente con todas las garantías de libertad de expresión, pero también de manera responsable”, señaló Iván Lima, el ministro de Justicia. Luego estuvo el Procurador General del Estado, el Canciller bajo la misma tónica: ahora los que mienten o los que hacen oposición son algunos medios de comunicación. Es la otra batalla contra la verdad.
La verdad se ha constituido en la principal víctima de los hechos de octubre-noviembre de 2019, la misma que tiene sus elementos contundentes, es decir los hechos fueron de esa magnitud, tal como lo relataron los periodistas y lo registró la historia.
El poder se encargó de armar otra narrativa, a la que los periodistas de ese poder, le vienen dando alas y reforzando.
Además, a lo largo de la historia de la humanidad, nunca se impuso o triunfaron las injusticias, las mentiras, el engaño.
La verdad siempre encuentra un resquicio para alumbrar.
El autor es periodista y licenciado en filosofía
Columnas de HERNÁN CABRERA