Incómodos
El martes recién pasado, le pregunté al comandante departamental de la Policía en Potosí, Juan Carlos Mercado, cuándo desalojará esa institución el edificio que ocupa en la plaza 10 de Noviembre, en parte de lo que fue el cabildo de la Villa Imperial.
Me pidió que apague la cámara y, acto seguido, me expresó su molestia por la pregunta ya que, según dijo, la Policía no tiene espacio al cual trasladarse. “Dígame qué hacer”, me dijo y agregó que no decía más por no hacer quedar en mal a las autoridades potosinas.
El primer detalle es que en Potosí, la Policía recibió, en enero de este año, un edificio nuevo, siguiendo el compromiso del exgobernador Juan Carlos Cejas, de dotar de inmueble propio a la institución del orden para que su comando se traslade y desocupe el edificio del cabildo, el cual debe ser destinado a un uso cultural.
Y el segundo detalle es que los periodistas no debemos decirles qué hacer a las autoridades porque se supone que estas deben saberlo. Se les eligió, o designó, para que hagan algo, no para que pregunten qué hacer.
Claro que el episodio fue el resultado de una pregunta incómoda. El coronel no tenía una respuesta, porque la Policía no quiere desocupar el edificio de la plaza, así que prefiere enojarse y quejarse de que no tiene espacio.
Los periodistas no debemos decirles qué hacer a las autoridades. Lo que hacemos es recoger información, preguntar, y, al hacerlo, solemos incomodar. Esa es la razón por la que nos hemos convertido en enemigos del poder, sin importar colores ni ideología. Tanto incomodamos que uno de los incomodados llegó a decir que la prensa ha llegado a reemplazar a los tanques militares que reforzaban los golpes de Estado.
Sin importar colores o ideologías, los políticos nos consideran sus enemigos y actúan en consecuencia. Por eso es que hay tantas agresiones a la prensa. Por eso es que hubo varias en esta semana, protagonizadas por policías, los camaradas del coronel Mercado.
Pero claro… el comandante fue un ejemplo de finura en comparación a lo que hicieron sus camaradas. En La Paz, el periodista Carlos Quisbert fue detenido y enmanillado al estar cumpliendo su función específica y existen por lo menos cuatro casos más de abusos policiales contra la prensa.
No creo que sea una casualidad. Los policías están siguiendo la línea que ha trazado el partido que declaró que la prensa era su enemiga a poco de haber tomado el poder. Quieren controlar el periodismo y, por eso, están intentando nuevamente levantar el secreto de la fuente, para obligarnos, después, a revelar los nombres de nuestros informantes.
Somos incómodos, les caemos mal, porque no les dejamos hacer lo que les venga en gana, y, por eso, no paran de atacarnos.
El autor es Premio Nacional en Historia del Periodismo
Columnas de JUAN JOSÉ TORO MONTOYA