Wiphalas y más lobos con piel de cordero
En algún momento admiré la wiphala, un símbolo de los pueblos andinos, una representación cuadriculada de igualdad y armonía, una adaptación en una bandera de colores aymaras y quechuas. ¿Amazónicos? No, eso nunca me lo creí. Y hoy, menos que nunca. Ni lo uno ni lo otro. La wiphala es hoy el símbolo del MAS, y lo que es peor, de imposición, intolerancia, provocación y hasta violencia. Lo demuestran los últimos casos, con el añadido de convertirse en “cortina de humo”, para camuflar otros aspectos que pasan desapercibidos, mientras prestamos atención al conflicto, a la pelea, la agresión, la respuesta y la persecución judicial.
En algún momento, soñé con una ley de lucha contra el racismo. Hoy no. Nuestra tan ansiada ley se ha convertido en un instrumento de persecución al que tiene una cultura diferente, una revancha contra los que no consideramos de los nuestros. La actual ley es, además, un escudo para camuflar la ignorancia, la corrupción, la prepotencia y la ineficiencia. Cuántas denuncias se han camuflado bajo el disfraz de lucha contra el racismo.
En algún momento reclamé una ley contra la corrupción y el lavado de dinero. Hoy no. Hoy la Ley contra la Legitimación de Ganancias Ilícitas esconde colmillos de lobo, que atentan contra la legítima defensa, el derecho a la privacidad, la libertad de expresión; son ojos espías que permiten acechar las cuentas bancarias y oídos que escuchan nuestras charlas telefónicas.
Cuántas desilusiones más llegan con esta nueva gestión, cuántas cosas bonitas prometen a nuestra gente que, ilusa, los apoya sin darse cuenta que wiphala, lucha contra el racismo y otras leyes no son más que argucias legales para mantener a un nuevo grupo oligárquico en el poder y perseguir al que piensa distinto. Son los lobos con piel de cordero.
El autor es periodista
Columnas de LUIS FERNANDO AVENDAÑO