¿Pueden los analistas elaborar sus propios datos? No waway
El ministro de Economía y Finanzas, Marcelo Montenegro, ha convocado a los analistas económicos a que presenten sus propios datos. Creo que se olvidó, muy rápidamente, cómo se calcula el producto interno bruto (PIB), los índices de inflación o de desempleo. Estas son tareas complejas que las realiza el Instituto Nacional de Estadísticas ( INE). Todos somos usuarios de esos datos y tenemos que confiar. No queda otra. Aunque no estaría demás unas auditorías técnicas a algunas informaciones sobre las que pesa sospechas de “cocina”.
La economía es una ciencia interpretativa. Por lo tanto, con información del Gobierno, con los datos del INE se pueden hacer interpretaciones diversas de los resultados económicos. Eso es lo que hacen varios analistas y en particular mi persona. Veamos los ejemplos del PIB, la inflación y el empleo. Todos datos oficiales.
El crecimiento económico del 6% en 2021 es un fuerte efecto rebote estadístico. Explico: La crisis económica en Bolivia comienza el año 2014 cuando se reducen los precios de las principales materias primas que exportamos. En 2013 el crecimiento fue elevado 6,8%. A partir de ese año se produce una desaceleración sistemática del crecimiento de la economía boliviana, a pesar de que el Gobierno prendió el motor interno de la economía, comandada por la inversión pública.
Imagínese la economía boliviana como un edificio de 40 pisos. En el año 2013, subimos al piso 7 (6,8%). A partir de ese momento comenzamos a bajar todos los años. En 2014 descendimos a la planta 5,5 (5,46%). En 2015 bajamos al nivel 5 (4,8%) y entre 2016 y 2018 dimos vueltas entorno del piso 4 (4%). En el año 2019 descendimos a la planta 2 (2,2%).
Entonces vino la crisis de la pandemia, la debacle económica y el mal gobierno de Áñez y entramos en recesión económica. Bajamos al sótano -9%.
Como se ha señalado, en el año 2021 creceremos al 6%. Eso significa de que desde el sótano -9, subiremos 6 plantas, llegando al subterráneo -3. Faltan aún tres pisos para llegar a la planta baja.
El 2013 crecimos 7% y en 2021 6%. Tasas de crecimiento parecidas. Pero partimos de dos lugares diferentes del edificio económico. Con datos oficiales tenemos una interpretación diferente al exitismo gubernamental.
El año pasado, la tasa de inflación fue menor al 1%. Esto se explica por 3 razones: a) La economía se recuperó de manera muy diversa. Algunos sectores están aún en recesión, por eso los precios bajos. b) Debido a la apreciación del tipo de cambio real, especialmente con los países vecinos, importamos inflación baja. c) Los subsidios a los hidrocarburos y la harina reprimen la inflación. En el mediano plazo, los puntos señalados son insostenibles. De hecho, el Gobierno anunció una inflación de 3,4% para 2022. Con datos del INE, somos menos optimistas sobre el nivel de precios futuros.
Según el INE, el desempleo habría bajado de 11,6 a 5,2%. El 80% del empleo, recuperado o creado, está en el sector informal y es de muy mala calidad.
Los exegetas del régimen sostienen que este sería un problema transitorio y que —dada la crisis— “a nada”, es mejor estos trabajos de sobrevivencia.
Los nuevos gestores del modelo primario exportador comerciante al parecer no se han enterado de que en estos más de 15 años se ha profundizado la informalidad en Bolivia.
En rigor, en el país la fase superior del capitalismo no es el imperialismo, sino la informalidad. O puesto de manera más elegante: la fase superior del capitalismo estatal de amiguetes es un mar de informalidad.
La renta más grande que se creó durante la bonanza económica estuvo vinculada al sector de servicios y al comercial. En el auge del boom externo, nuestras importaciones legales e ilegales estuvieron en torno a 13.000 millones de dólares por año. En estas actividades se crearon millones de empleos de muy baja calidad, fomentados por la apreciación del tipo de cambio real y financiados por una demanda agregada interna sustentada por el Gobierno.
Así que la narrativa de qué sólo ahora, por la coyuntura de la crisis, se están creando estos empleos de baja calidad es un cuento chino. La precariedad laboral y los cuentapropistas son resultado del modelo del MAS. El Gobierno tiene un déficit de ideas y proyectos para crear empleos de alta calidad, es decir que cuenten con seguridad de largo plazo, seguro de salud, buen salario asociado al aumento de la productividad, entrenamiento en el puesto de trabajo, y basados en conocimiento.
Mis dudas sobre la sostenibilidad del crecimiento, la mantención de una inflación baja y la calidad del empleo se basan en datos oficiales del Gobierno. Por lo tanto, el ministro Montenegro debería rebatir las ideas y las interpretaciones diferentes y no pedir que cada analista construya sus datos. Así funciona el debate en una sociedad libre y democrática donde las estadísticas son bienes públicos.
El autor es economista
Columnas de GONZALO CHÁVEZ A.