Heroica Ucrania
¡Otra vez a tomar puntero para un repaso de geografía!
Es tema difícil para una región cuyos límites parecen haber cambiado en el siglo XX. Un ejemplar del National Geographic de 1963 contenía la novedad de marcar con globitos los cambios desde 1945, aunque los nombres eran todo un trabalenguas de nombres distintos: Kiev es ahora Kyiv; Járkov, creo, es Kjarkiv y la localidad fronteriza de Lyivd, que antes era polaca, estará lívida con sus refugiados de más de casi un millón de mujeres y niños en su mayoría. Los hombres se quedarán para llenar bombas Molotov y pelear.
Cercana está Kursk, sitio de la batalla de tanques más grande del mundo en la II Segunda Guerra Mundial. Ganaron los rusos y sus T-34. Antes, los nazis aporrearon y después los rusos hambrearon a los ucranianos. Moscú había mordisqueado partes de Finlandia, los países bálticos (Lituania, Latvia y Estonia) estaban presos y Hungría, Rumania, Moldavia, Bulgaria y tantos otros más eran satélites. No sé para qué, porque Rusia sin los vasallos musulmanes (los “tán”: Kashakistán, Uzbekistán, Turkmenistán, etc.) ya era “vast, vaster, vastest”, calificaciones con que el Libro Grande de Petete definía grados de “extensa” en inglés.
Algo de ironía tiene que Rusia se hubiera rodeado de un cinturón de seguridad con satélites y vasallos en su flanco occidental. Obedecía a un imperativo geopolítico: Moscú y San Petersburgo, sus principales urbes, están a un salto y una carrera de vecinos europeos que en el pasado reciente la han amenazado. Tal vez porque Ucrania (no por algo es conocida como el “granero de Europa”) y su flanco occidental es una llanura apta para trigo y para acelerar tanques, (los Montes Urales están aún más lejos), Siberia tal vez alcanzaba para sórdidos “gulags” y “alojar” presos políticos; cuando Crimea era ucraniana, Vladivostok era su único puerto de aguas cálidas antes de que el calentamiento global derritiese los hielos del Ártico. Ironía que tan inmenso país no tenía fondeaderos para su Armada.
Para los rusos (bueno, Vladimir Putin), la invasión es una operación de rescate; para los ucranianos es la defensa de su patria. Tal vez ahí está el detalle, diría Cantinflas, de la enconada resistencia que Moscú no haya concluido una ocupación que tomaría un par de días y llegará a la semana o más. No se trata de la Unión Europea (UE) versus Rusia, ni del resabio de la Guerra Fría que es la OTAN (Organización del Tratado de Defensa del Atlántico Norte), menos de Rusia anticipando que cuaje la UE versus EEUU lamiendo sus heridas de Afganistán.
El quid del espinoso asunto es que los Países Bálticos ya son de la UE y de la OTAN. Ucrania quiere serlo. Inclusive Rusia se aviene a una Ucrania neutral y desmilitarizada, y tiene el dedo sobre el botón nuclear. No conviene a un EEUU embrollado que está en sus propios rollos eleccionarios y su país dividido por el racismo. Hay una suerte de equilibrio entre una Rusia acostumbrada a ceder territorio, una China que poco le importa perder algunos miles de chinos y un EEUU. al que sus medios de comunicación traen sus bolsas de muertos a la mesa diaria.
La ciudad alemana de Colonia fue la única en carnavalear. En Bolivia, con experiencia en perder mares pero no carnavales, sucesivas claudicaciones del Gobierno terminaron en permitir carnavales, pero con risibles exhortaciones a “mantener las medidas de bioseguridad”. Este miércoles no hubo pocas frentes con la cruz de ceniza. En la noche las fraternidades cruceñas darán los últimos toques a sus variopintas comparsas, mientras los orureños “curarán” sus cabezas con más trago. Cochabamba tendrá su Corso de Corsos, para ganancia de los puestos de graderías y solaz de las venteras. A pocos quitó el sueño la tragedia vehicular que hirió de muerte a un par de docenas.¿Corona qué?, preguntará alguno pensando en la testa de la reina carnavalera.
Ojalá que los rusos no ocupen Kyiv y la contienda no prenda fuego a otros exsatélites soviéticos. Total, si acaso el “locricio” de Putin apretara el botón y Biden hiciera lo mismo, la “tronadera” planetaria subsiguiente se achacará al exceso de trago.
Pase lo que pase, Ucrania no rendirá su deseo de ser “europea” y democrática. Dependerá de cuán duro de roer sea el hueso ucraniano para Rusia, que anticipa otra guerra en Georgia y que tal vez resucite Charles Aznavour en Armenia. Inglaterra quizá será otro Estado estadounidense, peor si sin Escocia e Irlanda del Norte. Hasta México podrá reclamar su pérdida de medio país a Washington. A los bolivianos quizá nos iría mejor si reclamamos el mar al patrón gringo de los chilenos.
El autor es antropólogo, win1943@gmail.com
Columnas de WINSTON ESTREMADOIRO