Si eres obeso eres libre
Ahora estamos enterándonos de tantísimas maravillas que tiene el sistema judicial de nuestra tierra.
Entre tantas cosas nos enteramos que el Tribunal Constitucional Plurinacional todavía no reconoce que la elección vitalicia de un candidato no es un derecho humano.
Y seguimos: el tema de las inscripciones de recién nacidos en los registros civiles parece que ya es otra cosa normal. Hay una wawa que muchos de los exministros y exvice habían tomado en sus manos y la wawa…¡pau!, si hubo no aparece y sin embargo hay registro, es decir, esa wawa existe, ¿dónde? Es o no se sabe, su mamá y la tía que era tan cariñosa ahora no saben nada de esa wawita.
La otra wawita que parece que tenía un padre irresponsable parece que también esa wawita tiene otro papá y no aquel que fue acusado de paternidad. Los test, 99 por ciento confiables, dicen que no hay relación del supuesto padre ni en el blanco de los ojos. La madre, abnegada y abandonada sin un centavo, dice que seguirá el juicio pues piensa que hay un error; claro, con el antecedente de la wawita número uno, es verdad, el error es que en los registros parece que se pone el nombre del papá que a ti se te ocurra y eso debe hacerse valer, y si por ahí se pierde la wawa, bueno, pena novequé. En el caso de un bebé registrado, acaso no dice la ley que para que ese nacimiento sea invalidado debe haber un certificado de defunción. En el caso de la otra wawa, la palabra de su mamá vale más que las pruebas aceptadas como fidedignas dentro del sistema judicial.
Pero claro eso no es todo: hay más casos interesantísimos. Tenemos ahora la propuesta de una reforma judicial y vino un señor con terno y título a decir que todo estaba más o menos, pero que había interés de una reforma judicial -más cercana al pueblo-. Dijo el señor que entregaría su informe en breve y, claro, entretanto, ya han dicho que ese informe ha sido positivo para ratificar que la justicia en Bolivia está muy bien de salud, con algún resfrío nomás, pero nada preocupante. Y ¡zas! aparecen casos de corrupción, tan evidentes, que la misma Magistratura resuelve apresar a muchos y condenar a otros jueces y juezas, médicos y psicólogos y sociólogos y porteros de juzgados. En mis cálculos matemáticos, el 60 por ciento de los administradores de la justicia están o suspendidos o en procesos o algunos que de vergüenza ya no salen a la calle. El ser jueza o juez se ha convertido en una especie de sarna nacional.
Está arreglándose eso y otra vez: otra granada de esquirlas cae, resulta que el jefe de la lucha contra el narcotráfico es aprehendido. Lo apresan y dicen que lo juzgarán por ganancias ilícitas y abuso de su poder. Ahora se sabe que muchas cosas que deberían ser investigadas fueron desbaratadas por orden del caballero de la manta, manta porque cubre todo. Ahora está con arresto domiciliario y sale con alguna frecuencia porque se descompensa y hasta tiene guardia que le saluda como a general. De estos hay otros casos más, pero con un botón para muestra basta.
Unos señores ocupan tierras, con armas, y toman rehenes y eso no significa nada, pues, parece que todo fue, de alguna manera, aleccionado y hasta amparado por instituciones nacionales. ¿Y la justicia? Pues parece que no es delito que te cojan in fraganti con armas en la vía pública y además dice que los rehenes se inventaron todo, que el video no era suficiente prueba, etc. Otra vez la santa justicia nacional parece que se regocija en caer mal a todo el mundo. Los abogados ya no dicen mucho, si dicen los llevan a juicio y si no dicen los llevan a juicio.
Ahora se plantea de muchos frentes una reforma judicial de verdad que tome en cuenta no sólo aspectos decorativos sino que vaya a la esencia misma del malestar. Pero, claro, quienes hablan de esa reforma no tienen antecedentes muy interesantes. Son, por decirlo así, gente sin experiencia y que quieren ganar algún puesto sin pasar por la selección natural del referendo.
Por lo tanto la reforma, que están clamando, quizá no llegue pronto porque antes hay una reunión muy amplia que mirará si hay necesidad de reforma de verdad o no. Se basarán seguro en el informe del caballero de terno y dirán que como ese señor ha dicho que está bien, así nomás es: está todo funcionando de maravilla. La justicia en el país ya es un chiste donde la risa es de vergüenza y no de sorpresa.
Más casos de esta sobria justicia nuestra: si tienes descompensación de salud, es decir tensión alta o baja, si te estás deprimido o te da pena no ver a tus amigos, entonces con un dinerito pagas a un abogado y al juez y así sales corriendo; claro, no sales corriendo si estás obeso, porque eso, la obesidad, también es una causa de libertad y como no puedes correr por gordo entonces te llevan a tu domicilio en auto.
Tú gordito, libre; tú descompensado, libre; tú con sentencias de más de 30 años, libre también; porque los jueces son tan buenos que se han dado cuenta de tu enfermedad antes que nadie. Y no olvidar a los violadores y asesinos en serie: esos también sufren de alguna enfermedad.
Columnas de CARLOS F. TORANZOS