El error aritmético en el vino
¿Cómo te explico que 2 + 2 puede no ser 4? Hay algo de maravilloso en el error, lo absurdo tiene su nosequé. Pero, no todos lo creen…
En Twitter, un habitante de las redes sociales, es decir, un espécimen de la fauna del nuevo mundo digital, decidió tuitear una foto de tres botellas de vino de las bodegas españolas Alcardet con este sugerente texto: “Pues no, no es correcto”.
El nombre del vino es “Correcto” y sus etiquetas, si bien no todas son iguales, tienen el común denominador de que muestran operaciones aritméticas, todas, sin excepción, con resultados incorrectos. Unas veces sumas, otras veces restas, nunca dan.
Otra característica de este llamativo producto, mejor dicho, de sus etiquetas es que hay más de dos cifras en sus sumas y restas, lo cual obliga, inevitablemente, a “llevar”. Te vas llevando 1 primero a las decenas, 1 después a las centenas, y así.
La cuestión es que la publicación del tuitero de marras obtuvo casi 90.000 “likes” y 2.000 comentarios en una semana de intensa polémica —cuándo no en la fauna digital— con intervenciones inteligentísimas, cándidas, burlonas y, también, ridículas. Varios coincidieron en que se trata de una exitosa estrategia de marketing que se resume en esta frase —a mi juicio, perfecta combinación entre matemáticas y lenguaje—: “me llevo una (botella)”.
En la escuela, en matemáticas, nos han enseñado a buscar el resultado correcto. Por eso la sorpresa de cualquiera que se topa con estas curiosas etiquetas. El vino “Correcto” con resultados incorrectos es todo un desafío para el pensamiento analítico y también para aquel conocido como lateral o creativo. En el tuit, fuera del choque obvio entre las personas en las que prevalece un tipo de pensamiento u otro, impresiona la cantidad de gente indignada.
Lejos del slogan de la marca: “Correcto. Acepta la magia de la imperfección”, y de su provocativa afirmación de que el error es “maravilloso”, muchos se han manifestado en contra de las etiquetas con opiniones tales como: “Si no saben sumar, cómo harán el vino”. “Pues a mí lo único que me movería a adquirir una de esas botellas sería, no la de tomarla, sino la de tener una prueba fehaciente de hasta qué punto se promociona la ignorancia”. Uno incluso se atrevió a tildar de “ignorante” al autor de la campaña de mercadeo.
Es muy divertido asistir sin apasionamiento a ese arduo debate tuitero y constatar cómo sesudas observaciones se entremezclan con auténticos disparates. Mientras unos tratan de hallar explicaciones a la original presentación del vino no dejando nunca de centrarse en la cuestión matemática, otros se ocupan de los efectos de la estrategia de marketing; por último, están los que se lo toman con calma y escriben con puerilidad —aunque, pensándolo bien, no tanto— cosas como: “Bajando varias botellas, los números son exactos”.
Al fin de cuentas, a todos les picó la curiosidad: ¡¿cómo es posible que las sumas y restas del vino “Correcto” den resultados incorrectos?!
Hay que ver lo que nos cuesta desembarazarnos de nuestros aprendizajes, abandonar —al menos por un momento— el sentido común. La Moto y Teta de Vaca son otros dos nombres de la misma bodega. Y Cojón de Gato. Un fin de año de pandemia se hizo viral el vino “LPQTP”; pero, los hay para todos los gustos: Palomo Cojo (en la etiqueta, con una penosamente cursi ave en muleta), Viejo Feo, Follador o Vinos Culitos, de origen chileno (“merlot fresco y jugoso con sabores de cereza, chocolate y frambuesa”), por citar unos más.
En los comentarios de Twitter, alguien explica que cojón de gato es un tipo de uva. “Chiquita, negra y arrugada”, dice. Y concluye jocosamente: “Vinos divertidos se llaman”.
Pero claro, no falta el soso que le responde: “Los gatos no tienen los huevos arrugados”.
El que explicó lo de la clase de uva busca cerrar la conversación: “Pues disculpa, no soy de mirar los atributos de los gatos. Solo digo que esta uva, por su semejanza se le denomina cojón de gato. Así mejor?” (sic).
Para mayor hilaridad, un políticamente “correcto” mete la cuchara: “Lo importante es que esa suma tenga perspectiva de género”.
¡Ah, las incomprendidas etiquetas! Por suerte, siempre hay uno que tiene la capacidad de poner blanco sobre negro: “Lo inesperado es lo que debe ser. Lo impredecible es la chispa de la vida. ¿Qué es correcto y qué no? Todo depende del cristal con el que mires la vida. Todo es correcto… o no lo es…”.
Columnas de ÓSCAR DIAZ ARNAU