¿Cómo nos ven?
Las recientes elecciones presidenciales en Colombia han revivido la clasificación de nuestros gobiernos como “de izquierda” o “de derecha”. Tales etiquetas son cada vez más obsoletas.
En efecto, ¿qué tienen en común Jair Bolsonaro y Guillermo Lasso?, ¿en qué se parecen Nicolás Maduro Maduro y Gustavo Petro?, ¿por qué Daniel Ortega tendría que estar en la misma lista junto a Andrés López Obrador?, ¿dónde colocamos al inclasificable Nayib Bukele?, ¿acaso sabemos qué piensa el costarricense Rodrigo Chaves?
La distinción clásica entre izquierda y derecha corresponde al bueno de Norberto Bobbio. La izquierda lucharía por la igualdad y la derecha, por la libertad. Con sólo mirar la realidad, nos llevamos una depresión asegurada. Basta ver cuán desigual es Cuba y cuán opresiva ha llegado a ser la dinámica de la Colombia de Duque o el Paraguay del eterno Partido Colorado.
En América Latina, hay que añadir los discursos de la Guerra Fría, tan vigentes a pesar de la disolución comprobada de la Unión Soviética (URSS). De izquierda es el que odia a Estados Unidos y de derecha, quien lo ama. Otra distinción sin sentido cuando llevamos 20 años de repliegue norteamericano en la zona, el cual ha permitido un eterno gobierno antiimperialista en Caracas, por ejemplo. Quizás haya llegado el momento de clasificar gobiernos con otros medidores: corruptos versus honestos, autoritarios versus plurales, ecocidas versus holistas. No sé, es una idea.
Columnas de LA H PARLANTE