Privilegios
"Privilegio” es un vocablo que, según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, consiste en la “exención de una obligación o ventaja exclusiva que goza alguien por concesión de un superior o por determinada circunstancia propia”. El mismo diccionario se refiere a varias clases de privilegios: convencional, de introducción, de invención, del canon, del fuero, favorable, gracioso, local, odioso, personal, real, remuneratorio, rodado.
También se habla de privilegio en relación a ciertos juicios que cuentan con un procedimiento especial y se tramitan ante instancias superiores de un Estado, como por ejemplo un juicio de responsabilidades, que es el que corresponde a la ex presidenta constitucional transitoria Jeanine Áñez, pero que le es negado porque hay que salvar la figura de quien fugó.
Aplica también el vocablo al caso de los dirigentes sindicales que gozan de fuero, gracias al cual no se les puede despedir hasta un año después de la finalización de su gestión, tampoco disminuir sus derechos sociales, ni someterlos a persecución ni privación de libertad por actos realizados en el cumplimiento de su labor sindical, según manda la Constitución.
Se usa también este vocablo para designar, por ejemplo, el honor que ha significado para alguien trabajar con una personalidad: “tuve el privilegio de trabajar con …”, o de formar parte de una orquesta famosa: “tuve el privilegio de tocar en la orquesta de …”, o de asistir a algún evento importante: “tuve el privilegio de estar presente en ocasión de …”.
El Código Civil, en sus artículos 1341 y siguientes, regula también los privilegios de que goza un crédito y los clasifica en generales y especiales.
Pero hay otro tipo de privilegios de carácter injustificado, que están muy de moda en Bolivia. Veamos:
El privilegio de militares y civiles que trabajan en las Fuerzas Armadas, que se jubilan con el 100% de su haber (artículo 115 de la LOFA), mientras el resto de personas que llegan a esa instancia deben hacerlo con montos que, a veces, no superan el 20% de su último sueldo.
El de la hija del expresidente Morales, cuya hoja de vida se niega a dar conocer el Procurador General del Estado, aduciendo reserva y confidencialidad.
El de los delincuentes a los que los consorcios de jueces, fiscales, abogados y policías les congelan sus juicios o el cumplimiento de sus condenas, mientras imponen prisión preventiva a jóvenes de portaban “armas mortales”: escudos.
El de futbolistas de quinta, incapaces de llevar a la selección o a sus equipos a sitiales medianos, pero ganan miles de dólares por ser derrotados permanentemente, frustrando las esperanza de la población.
El del expresidente Morales que afirma, sin rubor, que no sabía lo que era el CIADI y que, con asesoramiento de españoles, argentinos, cubanos y venezolanos (¡vivan la descolonización y la soberanía!), ordenó “meterle nomás” a las “nacionalizaciones”, por las cuales ahora el pueblo debe pagar cuantiosas indemnizaciones.
El de delincuentes que, a título de “movimientos sociales”, agreden a quienes ejercen su derecho a la protesta, con palos piedras, huevos y golpes de todo tipo, debidamente resguardados por la Policía que dejó en el olvido aquello de “Contra el mal, por el bien de todos” y lo reemplazó por “Contra todos, por el bien del MAS”.
El de mujeres descubiertas con 70 kilos de cocaína, que son defendidas por comunarios que, a su vez, agreden a policías de Umopar, en el territorio del primer territorio federal de facto creado en Bolivia (Gregorio Lanza dixit), el Chapare.
Privilegios lamentables, injustificados, que demuestran la degradación a que se ha llegado en Bolivia gracias al MAS.
Columnas de CARLOS DERPIC S.