La tendencia mundial a la polarización
No lo entendía, después de las declaraciones bajo juramento en lo que supuse era la postrera sesión de la Comisión investigadora del 6 de Enero 2021 en el Capitolio de Washington. Pensaba que culminaría en la condena del “TheToddler in Chief” (“El bebé en jefe”), apelativo sarcástico que endilgó Daniel W. Drezner, profesor de Política Internacional en la Universidad Tufts, que tiene que ver con “hacer pinitos y titubeos” que un diccionario traduce al deformar “Comandante en Jefe”, asignado al Presidente de Estados Unidos. En referencia a Donald Trump, serían más certeros “mentiroso” y “cabecilla”.
Sin embargo, si las “comisiones” son obituario de cualquier tema, sorprendió que la “última” sesión fuera sólo una postergación. Seguirían acumulando evidencias del rol protagónico de Trump en el fallido golpe: desguazar acepciones de tachaduras de tuits y borradores del megalómano bebé presidente; sonsacar revelaciones del entorno presidencial del sedicioso. Como rematar el bicho con repetidos golpes de un matamoscas.
Sospeché de una argucia de algún “politiquero” empeñado en anular la candidatura del “John Wayne” de la Casa Blanca en las elecciones del año 2024. Había que evitar la posibilidad de que fuera un convicto de sabotear la pacífica transferencia del poder presidencial. Entonces vio la luz una encuesta desastrosa dando al presidente Biden sólo un 25 por ciento de las intenciones de voto para su postulación. Pese a ser prematuro hablar de ella cuando faltan dos años y medio para tal justa, se abrió la eventualidad de que dos “dark horse” (personajes aún desconocidos) compitan en 2024, a pesar de aclaraciones del Fiscal General de no importar nombres ni nada en su labor. Volvieron los humos de los insurrectos del 6 de enero a sentirse ganadores por ceca o por meca. Adiós democracia y su principio de que la ley es para todos.
Sostengo que los eventos de enero de 2021 y sus reverberos en EEUU son sintomáticos de un mal mundial. En Bolivia, por ejemplo, el Gobierno “marea la perdiz” a la oposición con procesos y causas amañadas. Ésta se distrae en contiendas políticas demagógicas ajenas al meollo de la gestión de Evo Morales y sus delfines. Como a Trump con los delitos impositivos que encarcelaron al mafioso Al Capone, en el país no señalan caprichos autocráticos que dilapidaron miles de millones en la época de vacas gordas.
Pueda yo necesitar lentes para leer noticias locales, pero bastan titulares para dar cuenta de abusos “originarios”: la postergación del Censo, que impedía que Santa Cruz tenga los diputados que merece por su población, fue motivo de pulseta con el Gobierno; “MASorqueros” agreden a delegación de dirigentes cívicos convocados a “dialogar”; defienden a diputada del acoso gobiernista por investigar cuántos carretilleros supernumerarios del Salar de Uyuni conforman Yacimientos de Litio Boliviano (YLB) y un alcalde resurrecto desvela persecución física de algún “cabellitos de ángel” oficialista; achacan a disidentes por el papelón en litigios internacionales.
En noticias del exterior, ¿cuántas sequías e incendios se necesitarán para reconocer la amenaza del cambio climático?; ¿hay imitadores de Putin y Hitler entre “petacudos” miembros de la Unión Europea?; ¿cuántos africanos morirán de hambre sin el trigo ucraniano? Si Ucrania gana la guerra pese a ayudas de cuentagotas, ¿presionará Putin el botón atómico?; ¿cuántos regímenes de izquierda se requieren en Sudamérica para despertar al Departamento de Estado gringo? ¿Está Brasil entre la espada y la pared, el hambre y las ganas de comer, con Bolsonaro, el Trump “latino”, y Lula, el demagogo con cola de paja?
El tablero de ajedrez está listo, con fichas negras y blancas de una polarización política cada vez más acentuada. Los fabricantes de armas deben estar de plácemes, bailan los corruptos “salvadores de la patria” y se regodean los narcotraficantes. ¿Quo Vadis?, ¿a dónde vamos?
Columnas de WINSTON ESTREMADOIRO