La planta de biodiésel
En medio de la batalla entre facciones masistas, se ha conocido que la subsidiaria YPFB Refinación y la compañía Desmet Ballestra firmaron ayer la orden de proceder para la construcción de la primera planta de biodiésel en Santa Cruz.
Esta planta industrial, la primera en su género que se ha construido en el país, según los planes oficiales demandará una inversión de 40 millones de dólares y producirá 1.500 barriles por día del biocombustible a partir de 2023. De acuerdo con el proyecto de la petrolera estatal, esta planta es una de las tres que buscan reducir las importaciones de diésel y, en consecuencia, los recursos destinados a la subvención de este combustible. De acuerdo con la información difundida por el Gobierno, posteriormente se montarán la segunda planta de biodiésel y la conocida como HVO. En total, el proyecto del oficialismo prevé destinar una inversión pública de al menos 387,5 millones de dólares.
Se espera, bajo la política de sustitución de importaciones que impulsa el gobierno de Luis Arce, que esa millonaria inversión ayude a producir al menos 12 mil barriles de biodiésel por día, mediante una esperada dinamización de la economía cruceña, pues se esperan impactos tanto en la creación de nuevos empleos en el sector agrícola como en la reactivación.
No obstante, persisten las dudas que se han planteado para este proyecto. La primera interrogante está relacionada con la modalidad de adjudicación, pues no se ha efectuado una licitación internacional sino una contratación directa.
La segunda interrogante tiene relación con la materia prima. Especialistas en hidrocarburos han estimado que no se dispone de la suficiente soya y otras oleaginosas para abastecer a las plantas y que la provisión debería estar garantizada, ante lo cual YPFB afirma que el país produce suficiente grano para sostener el proyecto. Esto tiene que dilucidarse con la participación del sector productivo, para que no ocurra lo mismo que en el ingenio azucarero de San Buenaventura, que al no disponer de caña de azúcar sólo produce pérdidas.
Pero lo más polémico es el precio de las plantas. En noviembre del año pasado, el Gobierno estimaba que el costo sería de 250 millones de dólares; en marzo de este año, el Ministro de Hidrocarburos informó que se desembolsarían 480 millones de dólares; expertos del área, en un seminario especializado en Santa Cruz, se asombraron por el precio de las factorías y los expertos estiman que una planta no vale más de 30 millones de dólares. Finalmente, como se sabe, el costo total será de 387,5 millones de dólares.
Hay mucho que aclarar, pero el Gobierno ha resuelto seguir adelante con el proyecto, sin dar respuestas a quienes se preguntan por el elevado costo de estas plantas para obtener biodiésel. También se cuestiona si la materia prima para el procesamiento del biocombustible será suficiente y si no es sólo un cálculo a ojo de buen cubero pensar que Santa Cruz proveerá de la soya y otras oleaginosas para el funcionamiento de esta factoría.