Duelo de “pecheos” europeos
En otros tiempos (¡uuuu!, aullido a la luna de lobo viejo…), los desafíos a pelear convocaban a reuniones en el “chi’qui”, escampado detrás del colegio, donde los pugilistas renovaban bríos bélicos con “pecheos” de uno y de otro hasta que las hostilidades, léanse “pugilidades”, terminaban en uno que recibía un golpe de “ojo en tinta” y los condiscípulos paraban la pelea. A mí no me negrearon el ojo, pero torcieron mi nariz que desde entonces tiene un vallecito. Válgame Dios si encargaré enderezar a alguna cirujana plástica, que por ahí apunta lejos del botoncito del cuello de alguna damita. Quedé nomás con la trompa respingada, pero hacia el poniente.
Está lejos de ser tema del Día de la Primavera, del Amor y de la Gracia Juvenil. Sin embargo, Vladímir Putin ha desdicho promesas de paseo bélico sin bombas nucleares en la capital ucraniana. Se replegó a falsas satrapías fronterizas de gentilicio impronunciable, hasta que Ucrania arremetió a recuperar las provincias suyas. Entonces Putin convocó a tres centenas de miles de reservistas, muchos remisos escaparon a otros países; lo peor fue apelar veladamente al chantaje nuclear “alborotando los petos” de eventuales represalias.
Lapidaria la velada amenaza rusa de apelar una vez más al chantaje nuclear: o Rusia gana a Ucrania mediante la “Operación Militar Especial”, nuevo sinónimo de la guerra abusiva, o desatan mejorados “Órganos de Stalin”, esta vez con alguna bombita atómica por ahí. La macana es que con el principio físico de que a una acción corresponderá una reacción: ¡sálvese quien pueda!
No importa a Putin la advertencia de Joe Biden, presidente de EEUU, en sentido que con “nukes” volando de aquí para allá, ninguno de los bandos ganará y el planeta Tierra no necesitará del cambio climático, las ciudades portuarias inundadas, los alimentos contaminados no sólo de insumos venenosos, ¡que abunden los plásticos en playas y calles, y dejen de soñar con la reducción de emisiones nocivas y con carros eléctricos! Sobrevendrá la ya vaticinada hambruna mundial, que es serpiente que pica primero a los descalzos pobres. ¿Para qué esperar a algún afloramiento solar, una explosión de galaxia o agujero negro resultante para acabar con el mundo?
Como tal vez aprendimos de capitalistas europeos que negocian las armas, seguirán guerras atómicas entre hindúes y paquistaníes, palestinos y hebreos, iraníes contra boinas verdes, turcos queriendo cobrar agravios troyanos de griegos.
En Bolivia, la punta del ovillo de la corrupción asomó con vástagos de mandamases en la planilla de pagos de grandes empresas estatales. “Yo no fui”, clamó uno que cerró el portón a los pocos días. El cínico “lata-p’uku” de los pinochos fue tan cuerudo que denunció la corrupción del Gobierno de sus seguidores. Como el nepotismo familiar siempre viene apareado con la coima, empezó a desnudarse el soborno chino en Caminos. Antigua práctica tántrica para abrir pantaletas, ¡ni caso de contratar consejo de alguna piola refugiada en frondosa rama para promover perdidosos proyectos estatales y desligar al “inocente nina-nina”! No faltaría algún cocalero chapareño promoviendo “vaquita” para una bombita por ahí y deshacer la estatua del Cristo Redentor en Santa Cruz.
La antigua práctica para generar ánimo en el “chi’qui” del colegio ha sido reemplazada por amenaza chantajista que va mucho más allá del pecheo juvenil. Ahora prima la sombra nuclear y poco importan las reiteradas advertencias de otros países que reaccionarán. La pena es que en el Beni creen que soy “kuchupunateño”, en la plaza de Santa Cruz tengo prohibido el ingreso al Club Social y en Cochabamba sospechan de mi “lambreado” de conejo sin tanta “llajua” picante. Tal vez pueda candidatear de cuidante en las ruinas quechuas de Samaipata.
Columnas de WINSTON ESTREMADOIRO