Los planes energéticos y sus resultados
Después de 15 años de la implementación de algunas políticas energéticas, es posible contrastar lo planificado con los resultados, es decir, los deseos con los hechos.
En los planes y estrategias para el sector energético, se establecían políticas dirigidas a garantizar la autosuficiencia e independencia energética y a cambiar la matriz energética mediante la sustitución de los combustibles líquidos subsidiados (diésel oil y gasolina) por el abundante gas natural existente y a través del desarrollo de nuevas energías renovables (solar, eólica, biomasa, hidroenergía, geotérmica).
Los logros y fracasos se van a analizar mediante los datos de las matrices energéticas del Balance Energético Nacional 2006-2020, publicado en diciembre de 2021 por el Ministerio de Hidrocarburos y Energía. Este documento contiene abundante información sobre la materia, pero también adolece de grandes errores, tales como la ausencia del etanol como un subproducto de la biomasa y la inapropiada asignación del diésel oil al consumo de los sectores productivos.
Los datos que se utilizan para observar la evolución de las variables corresponden al periodo 2007-2019. No se toma en cuenta los de la gestión 2020 debido a que la tendencia histórica de las variables se ve afectada por el impacto de la pandemia de la Covid-19 y la cuarentena rígida.
Para comenzar se observará el comportamiento de las fuentes de energía utilizadas en la generación de electricidad. En 2007, el 57,2% de la electricidad se producía con fuentes no renovables (gas natural, 56,4%, y diésel oil, 0,8%); el saldo con hidroelectricidad (42,5%) y biomasa (0,3%). En el transcurso del tiempo, esta relación no cambia a favor de un mayor uso de energías renovables, sino, al contrario, aumenta el porcentaje de fuentes fósiles hasta alcanzar en 2016 el 80%. En 2019, el 64% de la electricidad se genera por energías no renovables y el saldo por fuentes alternativas. Entre éstas asoman, tímida y marginalmente, algunas nuevas: solar, 1,85%, y eólica, 0,69%. ¿Qué pasó con el objetivo de desarrollar fuentes de energía limpias y renovables?
Por lo que se refiere a la matriz de consumo final por fuente, tampoco se ha logrado sustituir la gasolina y el diésel oil por el gas natural y/o por electricidad generada con energías limpias. De manera adversa a lo que se pretendía en los planes de desarrollo, la participación del consumo de gasolina especial en el consumo total energético se ha incrementado, desde el 14% en 2007 hasta el 21% en 2019. En el caso del diésel oil, se observa que no ha disminuido su ponderación en la matriz de consumo final, antes bien se ha mantenido estable en torno al 27%. La política de precios bajos y subvencionados es una de las causas que incentiva el uso excesivo e improductivo y el contrabando de estos combustibles.
Es evidente que el consumo de gas ha aumentado considerablemente en términos porcentuales, del 18% al 23% en el período analizado; sin embargo, no ha sustituido en la matriz de consumo a la gasolina especial y al diésel oil, sino al consumo de GLP y biomasa por los hogares y el sector industrial.
Lo paradójico de los resultados de las políticas de demanda y oferta de gas natural consiste en que han transcurrido por caminos opuestos. Por un lado, la demanda de gas, para los procesos de transformación (centrales eléctricas y plantas de tratamiento) y para el consumo final por los sectores productivos y hogares, se ha más que duplicado en términos volumétricos; sin embargo, la producción y las reservas de gas natural están bajando a niveles que hacen insostenible esa demanda.
La autosuficiencia e independencia energética es otro de los objetivos de política que más reveses ha sufrido. En términos monetarios y de acuerdo con las cifras publicadas por el IBCE para el periodo enero-agosto de 2022, las importaciones de combustibles ($us 2.778 MM) han superado las exportaciones de gas natural ($us 2.121 MM) en más de 650 millones de dólares. En estadísticas energéticas se utiliza el indicador de Autarquía Hidrocarburífera para expresar el grado de autosuficiencia o de independencia energética de un país y se calcula con los datos sobre cantidades del balance energético. Este indicador ha registrado un marcado deterioro en el tiempo transcurrido. En 2007 era igual a 3,2 y en 2019 ha bajado a 2.
Al mirar en retrospectiva, se puede percibir que los planes son como las buenas intenciones. Si no van acompañados de buenas decisiones, pueden conducir al fracaso.
Columnas de SUSANA ANAYA NAVIA