Mala suerte
Los gatos vuelven a estar en el ojo de la tormenta. La superstición popular considera que la mala acción del jefe de prensa del seleccionado brasileño, quien tiró a un gato al suelo, atrajo la mala suerte e hizo que Brasil perdiera el partido frente a Croacia en los octavos de final del Mundial de Fútbol 2022.
Esta acción muestra que hay mucha gente que aborrece a los animales y lleva a pensar que el egoísmo del ser humano es demasiado grande, quien cree estar por encima de algo, sea grande o pequeño como si fuera el dueño del planeta, cuando en realidad la Tierra nos pertenece a todos.
Arrojar el gato al suelo mostró además la ignorancia de esta persona, si es que se la puede llamar así, sobre un país que respeta y ama a los gatos. Lanzarlo no sólo fue una falta de respeto a las tradiciones de Catar, sino a un ser vivo.
Es un hecho detestable por donde se vea. Disculparse emitiendo unas sentidas palabras sería lo mínimo, pero dudo que lo haga.
¿Entonces existe la mala suerte y, si es así, condiciona las acciones humanas? Para muchos sí existe y es un condicionante. Por eso millones de humanos temen a los gatos, a la sal derramada y a días como el martes 13.
Martes deriva del planeta Marte, que en la Edad Media era llamado “el pequeño maléfico” y regía temperamentos de voluntad, tensión y agresividad. Marte era el dios romano de la guerra, por lo cual el día martes, gobernado por el planeta rojo, es el de la destrucción, la sangre y la violencia. Además, una tradición dice que un martes 13 se produjo la confusión de lenguas en la Torre de Babel.
Es tanta la superchería que hay mucha gente con fobia al martes 13 y no viaja a ningún lado por superstición a ese día. También es habitual que los aviones no tengan fila 13 (se supone que los pasajeros no comprarían pasajes para esa fila). La fobia a este día se llama trezidavomartiofobia.
Para contrarrestarla usan amuletos. De ahí que el jaguar está extinguiéndose en la Amazonía boliviana a manos de cazadores chinos, que buscan sus colmillos. Por otro lado, los fetos de ovejas y llamas siguen vendiéndose en mercados brujos. Cientos de zorros mueren desangrados porque les cortaron las colas y los quirquinchos mueren ahogados en chicha. Todo con el afán de interrumpir la mala suerte y de obtener la buena suerte.
Bolivia tiene mala suerte y no es por brujos inescrupulosos que se aprovechan de la ignorancia de la gente, sino por un Gobierno entreguista vendido a corporaciones de narcotraficantes, cazadores, mineros, contrabandistas, comerciantes informales y avasalladores que gozan de la vista gorda de las autoridades.
Bolivia tiene esta mala suerte y curiosamente la elige cada cinco años en una edulcorada democracia disfrazada del peor de los autoritarismos.
Columnas de MÓNICA BRIANÇON MESSINGER