Rompimiento de la paz en Santa Cruz
Cuando parecía que al fin llegaban días de paz y tranquilidad para Bolivia, especialmente para la convulsionada región de Santa Cruz, una nueva tormenta se precipita sobre esa región. Desde el fondo de nuestra fe en Dios, podemos advertir nubarrones que ennegrecen el firmamento y se lanzan cual arma satánica sobre una ciudadanía castigada por tantos incidentes entre los que están presentes la muerte, la prisión, la desgracia para los bolivianos.
La inopinada aprehensión del primer ciudadano gobernador, Luis Fernando Camacho, en medio de una violencia policial no vista antes, y a plena luz del día, sorprende y provoca la ira popular, habida cuenta que Camacho representa la autoridad legalmente elegida y que encarna indudablemente el liderazgo cívico probado en los incidentes posteriores a la negativa del gobierno de Luis Arce de asumir el Censo Nacional de Población y Vivienda, instrumento que se considera clave para corregir los defectos del sistema electoral vigente, que permite el fraude electoral con que se sostiene el MAS, impuesto mediante artimañas desde el poder fáctico y la presión propagandística que controla el oficialismo.
Ha sido necesario que el Comité Pro Santa Cruz articule medidas de fuerza, paros y bloqueos a un elevado costo social y económico para arrancarle al Ejecutivo el censo, que finalmente se celebrará en 2024 bajo condiciones aceptables para la salud pública, de un efectivo escalamiento a la democracia plena y, por tanto, a la unidad del bolivianismo cuando la patria cumplirá 200 años de su creación.
El apresamiento de Camacho, su traslado violento a La Paz y su cantada “detención preventiva de 180 días” han generado una reacción, prevista por los organizadores de la estratagema que consiste en incendios, destrucción, trifulca amenizada por los gases policiales y la actuación de grupos de sicarios, de bandoleros que meten su odio visceral, caldo de cultivo para generar violencia. Resulta entonces una sopa de maldad y destrucción que se vuelca contra los cívicos, los cruceños y la Gobernación, que utiliza el régimen para movilizar su maquinaria judicial que pretende encerrar tras las rejas a los opositores.
No tardaron el Comité Cívico y los intelectuales del país en reclamar la puesta en libertad de Fernando Camacho, so pena de asumir otras medidas que conducirán a la nación a jornadas de malestar, zozobra, angustia y sufrimiento. Por esta razón, al haberse roto el clima de relativa armonía que pareció reinar, ha vuelto la agitación, una tensión generalizada que recrudece el descontento y la congoja cotidianas.
Columnas de MAURICIO AIRA