Miss Polainas
Van algunos requisitos para ser Miss Cochabamba: ser experta en romper puestos de comida a patadas, trabajar en redes sociales y hacer experimentos sociales, o, llegado el caso ser atracadora.
Porque tal como van las cosas en Plurilandia, solemne en algunos momentos y ridícula en otros, no será raro encontrar, dentro de poco, a Miss Fotocopia de Carnet, Miss Fólder Amarillo, o Miss vuelva Mañana. Ellas ganarían todos los concursos porque Bolivia ama cosas absurdas como la burocracia.
Sería rarísimo encontrar a una Miss Ecológica que plantó 100 árboles antes de participar en un concurso, o a Miss Promoví la Adopción de gatos y perros callejeros, o a la Miss traté Bien a los Viejitos.
Ellas no ganarían ningún concurso, ni siquiera el de buena voluntad del público. Lo dudo. Porque en un país proclive a la seriedad, y a tomarse estos concursos como una cuestión vital, lo esencial es contar con candidatas altas, bellas (siguiendo no sé cuál estándar), voluptuosas y con exageradas respuestas agradables a los oídos del jurado.
Los concursos de belleza son anacrónicos. Pero nos falta mucho para alejarnos de ellos. Volvemos una y otra vez al redil y participamos, aunque sepamos que la Miss Bolivia no alcanzará posiciones especiales en ellos, a no ser las raras excepciones del siglo pasado.
Es entendible que las mujeres quieran hacer uso de sus atributos físicos para vender desde llantas a lapiceros. También se entiende la lucha de las feministas. Ellas piden no cosificar a la mujer e impedir, como sea, que se la use como un objeto decorativo.
Entre ambas posiciones tan distantes entre sí, no hay un punto medio. Y si lo hay, Plurilandia no lo ha encontrado.
Y las competencias siguen sin parar. Mientras tanto el país se debate en una profunda crisis económica que nadie quiere ver de frente y hallarle alguna solución.
Mientras tanto se sigue deforestando para tener más tierras aptas para pastos verdes, que sirven a las vacas, y otros cultivos que sirven como materia prima para el queso blanco que sale en bloques desde el Chapare.
Mientras tanto Plurilandia suma muertos en las cárceles, se producen más feminicidios, crece la “chutotolerancia”, la cocaína boliviana abre nuevas rutas y técnicas hacia países europeos, y algunos malos policías cometen robos agravados.
Cuál lejos estamos de alcanzar un óptimo puesto en el Índice de la Felicidad, que mide apoyo social, ingresos, salud, libertad, generosidad y ausencia de corrupción, según un análisis impulsado por la
Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible de la ONU.
Tal vez necesitamos una Miss Paciencia, y no una Miss Polainas, para resaltar este gran atributo que Bolivia nos demanda a diario, cuando cada día te levantas diciendo ¿y ahora con qué bloqueo / escándalo van a salir?
La autora es periodista
Columnas de MÓNICA BRIANÇON MESSINGER