Gestión del déficit fiscal y la deuda pública
DEYSI MAMANI TOLA
Algunos analistas económicos relatan que existe un elevado déficit fiscal y endeudamiento público y, es más, hasta señalan que tenemos la deuda más alta de la historia, pero se equivocan.
Uno de los déficits fiscales más elevados de la historia de Bolivia fue registrado el año 2020 con un 12,7% del PIB, siendo uno de los más altos de la región en esa gestión, fue Brasil quién encabezó la lista con un déficit fiscal de 13,3% del PIB. Sin embargo, estos analistas omiten mencionar que en 2022, el actual Gobierno obtuvo avances positivos e importantes en la reducción del déficit fiscal pese a un contexto internacional desfavorable.
A diciembre de 2022 el Balance Fiscal de Sector Público No Financiero (SPNF) cerró con un déficit fiscal global de 7,2% del producto interno bruto (PIB), menor en 2,1 puntos porcentuales al observado en 2021 (9,3% del PIB). En un análisis de los factores que mejoraron este resultado en relación a 2021, se encuentran los ingresos fiscales que crecieron a una tasa de 18%, impulsados por la expansión de los ingresos por ventas de las empresas públicas y los ingresos tributarios, 20% y 15%, respectivamente, el comportamiento de ambas variables está principalmente relacionados con el dinamismo de la demanda interna y la demanda externa.
De manera contraria, los gastos públicos sólo crecieron 10,8% respecto de 2021, siendo el gasto en bienes y servicios el que explica de manera importante este comportamiento con una expansión de 27,4%; el incremento de estos gastos representa el 87% del aumento del gasto total. En este manejo de los recursos públicos destacan tres aspectos: primero, es una cifra menor al dato proyectado de 8,5% del PIB en el Programa Fiscal Financiero 2022; segundo, el dato es menor en más de dos puntos porcentuales comparado con la gestión 2021, y tercero, existe un notable descenso del déficit fiscal a pesar de registrarse un importante gasto por concepto de subsidios y subvenciones, que ayudan a mantener estables los precios de los combustibles y demás productos.
El balance fiscal corriente siguió los mismos pasos que el balance global, y registró disminuciones significativas que van desde un -6,8% del PIB en 2020 —observado después de 16 años por la ineficiencia en la administración de las finanzas públicas durante la emergencia sanitaria— a un -1,8% del PIB en 2021 y a un -0,3% del PIB en 2022. Éste último resultado, hubiera sido menor, pero se cuidó la estabilidad de precios en beneficio de la población boliviana —especialmente de aquella con ingresos medios y bajos— y del sector productivo con la continuidad de la subvención a los combustibles por el elevado precio del petróleo, consecuencia de factores externos como el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania.
Respecto del endeudamiento público del país, varios analistas indican de forma equivocada que Bolivia se encuentra sobreendeudada basándose sólo en el nivel de la deuda, dejando de lado el hecho de que ésta debería ser analizada en relación con el tamaño de la capacidad de pago, que para el caso de un país significa expresar la deuda en porcentaje del PIB. De acuerdo con el Banco Central de Bolivia (BCB), hasta octubre de 2022 la deuda pública externa representaba el 29,9% del total de ingresos generados por la economía medidos a través del PIB, mientras que la deuda interna (deuda con el sector privado) significó un 15,8% del PIB, entonces la deuda pública total (consolidada, es decir con el sector privado nacional y externo) ascendió al 46% del PIB y se encuentra por debajo de parámetros internacionalmente aceptados como el Tratado de Maastricht (60%), y además destaca que Bolivia se encuentra entre las economías con menor deuda pública en la región, por debajo de países como Brasil, Argentina, Uruguay, Colombia, Ecuador, entre otros. En consecuencia, el país goza de espacio suficiente para acceder a nuevas líneas de crédito en caso de ser necesario.
Por tanto, el hecho que el déficit fiscal se redujera dos años consecutivos y que la deuda pública en porcentaje del PIB se encuentre en niveles por debajo de umbrales establecidos a nivel internacional, son señales de que la gestión de las finanzas públicas sigue un sendero adecuado y consistente con la reconstrucción económica.
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