Bolivia desde Escandinavia
Cuatrocientas palabras alcanzan apenas para introducir un tema en el gran diario de plaza Quintanilla de Cochabamba, es sin embargo la cuota asignada a esta columna y no queda sino acomodarse. Se agolpan los temas. Dólares. Reclamos. Marchas y contramarchas. Viajes del presidente. Ping pong entre Moscú y Wáshington. Salarios. Presupuesto. Pugilato masista. Etc., etc., sigue la lista.
Menor volumen de exportación y rebajado precio del gas. Insuficiente información en acuerdos para explotar litio y la dramática guerra entre masistas llaman la atención del medio inglés The Economist que afirma la proximidad de una crisis tan demoledora en Bolivia como la del 82 de hiperinflación. Bien informado, el británico recuerda que la producción del gas se desplomó en un tercio. Hoy, la tercera parte del gas se vende en el mercado interno a un precio subvencionado, lo que sobra compran Brasil y Argentina.
Expertos bolivianos focalizan la crisis en un modelo, cuya autoría se atribuye Luis Arce, exitoso durante varios años hasta su caída y la fallida expectativa de prolongar la bonanza que provoca meras ilusiones, al punto que la soberbia tambalea. “El populismo de izquierda funciona con plata” la prueba es que Alberto Fernández tuvo que humillarse: pedir a Joe Biden ayuda para destrabar dificultades ante el FMI y frenar ciertos acuerdos con China. Se comprueba que de ilusiones no se vive, la población observa los hechos cotidianos y obra en consecuencia.
Desde afuera se observa que las subvenciones al diésel, gas, electricidad y gasolina, al trigo, maíz, a la carne de pollo, al cerdo, leche y huevo para mantener los precios, elevan el gasto fiscal que es preciso parar, por lo que urgen planes y programas para hacer crecer la economía. Se pide a gritos otra nueva política económica que, como la de Víctor Paz detenga la debacle, termine con los subsidios, implante la austeridad y el ahorro como políticas de Estado.
El modelo productivo, rimbombante y tan cacareado, está tocando fondo, los hidrocarburos, la minería, la electricidad y los recursos ambientales, la planta de urea, la de litio y otras proporcionarán son parte de las promesas incumplidas que, como califica Tuto Quiroga, son “el discurso reciclado que no cuadra”.
Salta a la vista que Luis Arce falló en lo referente a la economía, aunque persiste en la mentira, falta sinceridad e información fidedigna. La escasez de dólares, el apogeo del contrabando, además de la sobreproducción de cocaína, junto a la destrucción de la economía formal completan la conducta mentirosa del “genio economista” que no logra a salir del paso. Se ve un cuadro cada vez más caótico sin luces en lontananza que presagien mejores días.
El autor es periodista
Columnas de MAURICIO AIRA