El Bicentenario es el café que debemos sembrar en Bolivia
La metáfora de plantar un cafetal del tamaño de Bolivia, la interpretó Paul Bruckner Barba: “En Magdalena, es el propio café orgánico Itonama, en San Ignacio de Moxos el chocolate, en Camargo es el singani, en Guarayos el café se convierte en piña y cusi como por arte de magia, y así en todo nuestro territorio, nuestras potencialidades regionales renovables sostenibles.”
Nos hemos enterado que la Gobernación de Pando alienta el cultivo del café en siete municipios, entregando 120.000 plantines en un proyecto con Fautapo. No se necesita tener mucha imaginación para soñar colectivamente y hacer producir dignamente la tierra lejos del circuito de la cocaína, generando excedente material (economía) y simbólico (el duende de los pueblos).
Fui a Sucre y Camargo a presentar la segunda edición de Un cafetal del tamaño de Bolivia, dispuesto a sorprenderme y confieso que mi expectativa quedó pequeña. La respuesta académica e institucional en Sucre y la constatación que realicé en Los Cintis puede resumirse en algunas ideas fuerzas. Desde Chuquisaca empieza a crecer ahora el espíritu del Bicentenario, y ellos están dispuestos a enamorar a Bolivia para que sea una fiesta sin mezquindades. El instrumento que necesitan por parte del Estado es que el turismo se convierta en política pública; el departamento es consciente del patrimonio cultural e histórico que tiene acumulado y quiere compartirlo con el mundo. Las autoridades y los actores productivos saben la necesidad de generar una corriente radical de producción para evitar siga la migración de su juventud; lo encontrado en Camargo, demuestra que es posible consolidar procesos productivos, sostenidos hasta ahora por la voluntad tozuda de trabajadores de la tierra que procesan sus frutos, y que al estar vistiendo la cultura del sol, el vino, el singani, la geografía y el patrimonio material de la historia, se atreven a demandar apoyo productivo para invitar al país a visitar el territorio.
La declaración que ha recibido el Singani por parte del mercado de EEUU que lo reconoce como producto “Hecho en Bolivia”, permitirá abrir nuevos mercados; las cifras refuerzan esta expectativa pues en los últimos 10 años, las exportaciones de la bebida se incrementaron en un 422%. Para la tierra que asume el origen del Singani como propia, y lo produce junto con Tarija, esto significa un estímulo frente a la crisis.
Me ha tocado constatar la voluntad de los actores en Camargo, con la concurrencia plena y el compromiso sonriente del alcalde, el Secretario de Desarrollo Productivo, Cultura y Turismo de la Gobernación, el director de la sede local de la USFX, las organizaciones de cooperación, productores, medios de comunicación y jóvenes. Los 473 años que tienen produciendo uva y singani, siendo el mayor productor de durazno para mocochinchi en Bolivia y referirse a la Participación Popular con familiaridad, me dejó una sensación que renovó mi convicción. Cuando esto se combina con las potencialidades patrimoniales de haciendas, bodegas y viñas, como dice Mario Molina, se cierra el círculo.
Sería un acto de justicia que el Bicentenario arranque en Camargo como reconocimiento a la producción y como respaldo al departamento que necesita, urgentemente, recuperar la esperanza y el desarrollo material, expresó Lorgio Rivera de San Pedro.
El autor es director de Innovación del Cepad
Columnas de CARLOS HUGO MOLINA