Lecciones de BoA
La presentación de dos naves Airbus A330-200 del pasado viernes nos deja al menos tres reflexiones, tras un acto en el que se deslizó todo el empeño (muchas veces hasta forzado) que puso el presidente Luis Arce en mostrar una imagen positiva de su gestión y de la situación del país y tratar de convencer de que su modelo económico social productivo sí funciona. Aunque los economistas digan que estamos en puertas de una crisis.
Primero: la incorporación de las nuevas aeronaves (mediante alquiler, no compra) se dio en medio de una serie de reclamos por parte de los usuarios. Justo un día antes, ocurrió un incidente de otra nave de Boliviana de Aviación (BoA), un Boeing 737-800 con matrícula CP 3151 que, según informa la misma empresa, cumplía el tramo Santa Cruz-Sao Paulo, con 156 pasajeros y siete tripulantes a bordo, pero tuvo un “percance” al momento de su aterrizaje en la pista del aeropuerto de Guarulhos.
Que ocurra esto justo antes de una fiesta de la empresa podría considerarse un asunto aislado, una mala jugada del destino, si no fuera porque las denuncias de incidentes de BoA han sido una constante en gestiones anteriores.
Un reportaje de Los Tiempos de 2019 había contabilizado 36 incidentes de BoA en los 10 años anteriores. En honor a la verdad, a partir de 2019 a la fecha, las noticias de incidentes de naves de la línea aérea estatal fueron menos frecuentes, aunque de vez en cuando aparecía alguna denuncia en redes sociales por parte de los mismos pasajeros, que dejan en claro que son sus vidas las que están en juego.
Es de esperar que el alquiler de las nuevas naves Airbus recientemente presentadas contribuya a dar mayor seguridad, comodidad y eficiencia a las operaciones de BoA.
Segundo: en el acto del viernes, el presidente Arce se jacta del rendimiento que tiene la empresa en el mercado nacional, al parecer con la intención de defender el modelo social productivo. Sería demasiado que a BoA le fuera mal siendo la única empresa aérea en el mercado, con toda la competencia diezmada y sin más opciones de elección para el usuario. De todos modos, habrá que ver las cifras.
Tercero: el Presidente asegura que “es un mito que el Estado es un mal administrador y BoA es prueba de ello”. Al menos en este caso es demasiado fácil probar lo contrario.
Otro reportaje de Los Tiempos, de mayo del año pasado, devela que las empresas públicas registraron un déficit de 2.331 millones de bolivianos en 2021. “Ese año, los ingresos totales de estas empresas fueron de 48.187 millones, pero los gastos llegaron a 50.518 millones, de acuerdo con datos expuestos en la misma Memoria de la Economía Boliviana 2021”, del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas.
Muchas de estas empresas son únicas en el mercado. Como dice el dicho: “dato mata relato”.