Mamá
Entre susurros, así va este artículo. Porque si hablo muy fuerte, es posible que algunas sensibilidades queden heridas. Sin herir a nadie y respetando los bordes del tema, vamos a lo que toca.
Ser mamá es sublime y es una elección que la obtienes cuando tienes las posibilidades para hacerlo. Pero hay niñas de 10 o 13 años que no optaron por lo “sublime” y sufrieron un abuso. Al día de hoy, son niñas-madres que abandonaron a la fuerza su niñez para enfrentarse a una maternidad no deseada.
Esas niñas sufrieron abusos por parte de algún hombre cercano o lejano, y son mamás. O bien carecieron de la educación sexual suficiente porque hubo padres en sus escuelas que se opusieron a que la reciban, bajo el argumento de que “son todavía muy inocentes, a su momento yo me encargaré de decirle de dónde vienen los niños”.
Y así quedan. Sin información, confundidas y explorando el tema a su manera. De ahí, basta un pequeño salto para obtener una estadística fea: Bolivia tiene la tasa de embarazo adolescente más alta de Sudamérica.
Y todos los que hablan de que esa niña-madre trae una bendición en el vientre son los mismos que terminan por darle la espalda cuando nace esa “bendición”, porque si bien abogan por la vida, poco o nada pueden hacer para que el “sistema” adopte a ese niño recién llegado y probablemente nada querido por la nueva madre.
A esa cifra se añade la oculta. Esa niña no puede hacerse cargo del bebé y la abuela termina siendo la mamá de su nieto o nieta. Nadie contabiliza a las mamás/abuelas. Nadie les paga por la crianza que hacen. Nadie considera que una mujer de la tercera edad tiene todo el derecho de descansar y hacer cuanto le plazca, en lugar de estar haciendo nuevamente tareas, limpiar potos, cocinar el almuerzo y correr, un domingo en la noche, por la cartulina roja necesaria para las tareas de la escuela.
A esas abuelas invisibles va mi afecto, ahora que se acerca el Día de la Madre, y también a las mamás que decidieron serlo y tienen una familia.
Y a las que te dicen que “eres una fracasada, necesitas ayuda psicológica porque no eres mamá” y a los que te dicen “ten pues hijos para que te invitemos a los cumpleaños”, les pido que revisen su escala de valores.
Las mujeres no tenemos el objetivo de ser una granja fecunda, que sirva para perpetuar la especie. Hay muchas que deciden no ser madres porque no quieren, no se sienten preparadas o no tienen el instintito para serlo. Y hay otras que a pesar de varios intentos de fertilización no lo logran, por tanto, antes de pedirles que sean mamás a toda costa, pidamos entre todos, que seamos mejores humanos. Sólo mejores. Así haremos del planeta Tierra, el único buen hogar que conocemos.
Columnas de MÓNICA BRIANÇON MESSINGER