No aconsejen nada al Gobierno
En muchas entrevistas suelen preguntarme cosas como “y dado lo que explica, ¿qué debería hacer el Gobierno?”. Mi respuesta, cada vez más frecuente es que a este Gobierno no se le debe aconsejar nada, porque las medidas que se tienen que tomar son muy obvias, por lo que es claro que no hacen lo que la lógica dicta, porque no quieren o no pueden, y si uno es más o menos observador, es claro que es por ambos.
No se debe aconsejar a este Gobierno, porque está terriblemente atado por la incapacidad técnica de su gente, sobre todo, por la purga “pitita” que llevaron entre 2021 y 2022 y que dejó la administración del Estado a la tercera o cuarta línea de gente en términos de capacidad.
Pero la imposibilidad de proponer algo al Gobierno viene, sobre todo, de las ataduras dogmáticas de Arce y sus alumnos (hoy en gabinete y MAE en muchas entidades clave del Gobierno) que son terriblemente fuertes y, por ende, el mayor peligro que enfrentamos.
Luis Arce está atrapado en las proyecciones que tiene de sí mismo, creyendo ser capaz de aplicar de manera exitosa ideas que fracasaron estrepitosa y consistentemente en un pasado muy lejano.
El mejor ejemplo, son las dos ideas rectoras de su política económica (sustitución de importaciones con industrialización a cargo del Estado y régimen de precios controlados y administrados) que provienen de los 40 y 50 y que mostraron rápidamente sus limitaciones (claro, Lucho no se ha enterado).
Esta es la razón por la que Arce y su gente nos llevan, inevitablemente, a la profundización de la crisis (que ya vivimos), y son, al mismo tiempo, incapaces de resolverla: no la entienden, su óptica es incapaz de percibir la dinámica tras una economía del siglo XXI que, con todos sus bemoles, está 70 años más adelante de lo que ellos son capaces de entender.