Noticia, morbo y poesía
A cada instante en el mundo suceden hechos, es el acontecer de la vida. Cuando estos hechos son publicados pasan a volverse noticia, en la jerga periodística decimos que se ha dado cobertura, y hoy en día es tan grande la cobertura, que llegamos a la infoxia (infoxicación, es decir: “sobrecarga de información difícil de procesar”.
Los medios de difusión relatan lo que hace la humanidad, e ilustran con fotografías y videos dejando así evidencia que cuanto se dice es verdad; a través del papel impreso, las imágenes de las pantallas (televisión, laptop y celulares) las voces de la radio, conocemos cuánto el mundo en su vastedad y frenesí hace, el país hace, la ciudad hace, la comunidad y la individualidad hacen. Habiendo tanto que decir ninguno puede decir todo, y lo que dice lo hace de acuerdo con su percepción, posición ideológica, línea editorial, dando justa aplicación a lo que se conoce como “la libertad de prensa”.
Así pues, no hagamos alborotos cuando la prensa publica los hechos: desde distribuir limosna, recibir ingente coima, abusar a un adolescente en su colegio, puñetear asambleístas, llevar cocaína en avión de pasajeros; la prensa publica, haciendo noticia: narración de un hecho relevante de manera objetiva; tomando en cuenta además las columnas de opinión que llevan el nombre de sus autores, haciendo uso del derecho de “libre expresión”, el mismo que usan los senadores, diputados, ministros y políticos para declarar sus puntos de vista, usualmente para degradar, embadurnar de miasma y malmeter al oponente , sobre todo a la oposición, y viceversa.
“La sociedad tiene morbo” (atracción por lo desagradable y perverso), dice Ortega y Gasset. Siguiendo esa onda, la escritora española Laura Gallego escribe: “Supongo que nos dan más morbo las cosas malas. Y las imágenes de violencia nos hacen sentir seguros en nuestras casas... o nos hunden en la miseria y nos afirman en nuestra creencia de que el mundo es una mierda”.
Combinemos entonces la opinión de Ortega y Gasset y las afirmaciones de Laura Gallego, con la realidad noticiera, plena de contenido escabroso ¡Seamos claros! porque así son de extremos los hechos, y porque nos gusta leer así los relatos. Esa especie de gusto por lo nefasto, por lo malhadado, lo cruel y pernicioso. Aquí viene a cuenta lo hecho por algunos que ejercen el periodismo como oficio. Primero, contaminan de morbo el ambiente y lo justifican diciendo “nosotros damos lo que el público pide”, pero además tienen el respaldo de un buen avisaje. Y el medio que más se presta para una buena dosis de noticia y morbo es la televisión ¡Ay! Vamos a tener cuidado y dejarlo para otra ocasión, no vamos a poner en riesgo esta publicación.
Eso sí, decimos con vehemencia y certeza que cuanto hacemos, es producto de lo que somos, de nuestra cultura, de nuestra esencia e identidad. Hay pues, un buen condimento salpimentando nuestra dieta espiritual: noticia y morbo, algo así como tabaco y ron.
Por momentos es tan pesada la carga de las noticias recibidas a cada instante, y su contenido tan opresivo, agobiante, transido; ¿sabe qué?, ¡pongámosle poesía! Busquemos belleza, amor, historias con sentimientos nobles, hagamos rimas que terminen con felicidad, honradez, dignidad, estrofas cantando victorias sobre la mediocridad, sonetos diciendo prodigios de la forma cómo hemos vencido el escarnio de nuevas clases sociales, y que las noticias lleguen con augurio de fortunio.
Para descartar que todo es una utopía, o producto de un imaginario, convencernos de que es una realidad posible, solamente hace falta encender las luces evitando que alguien las pueda apagar; asumir esta realidad, aunque sea un disgusto, plenamente conscientes: es lo que nosotros somos, y cuanto estamos haciendo; efecto de lo que otros hacen y, lógicamente, de todo cuanto dejamos hacer.
Es labor de cada quien decidir y hacer las cosas de tal manera que no solamente algunos (privilegiados por el poder y el dinero), sino todos, digamos: ¡Así es como debe ser!
El autor es periodista
Columnas de MARIO MALPARTIDA