Pérdida de la identidad nacional
En un canal televisivo se discutía en torno a lo que es patria y lo que es nación. Se dijo lo que se quiso sin lograr ‘dar en el clavo’. Reconozco que es frecuente la confusión en cuanto a la conceptualización de nación, país, patria, pueblo, etc. Sobre el Estado nos ocupamos frecuentemente.
Hoy nos referiremos superficialmente a la nación y a la patria para decir dos palabras respecto de la identidad nacional.
La nación es un gran grupo social que ofrece continuidad y existencia histórica distinguiéndose de los demás, poseyendo modalidades propias de vida sostenidas a través del tiempo, enfrentando vicisitudes de existencia, así contenga diversas razas, idiomas, religiones, bastando que se halle identificada por el pasado, unida por el presente y proyectada solidariamente hacia el futuro. No siempre es necesario la posesión de territorio, como en el caso judío.
En cambio, la patria es más bien un sentimiento, una pasión, el amor de los individuos por un terruño, por su gente, por sus costumbres, por la familia, por los amigos, por los recuerdos, por las ilusiones, así no se haya nacido en el lugar querido. A quienes comparten eso se los denomina compatriotas, a los carentes de patria se los llama apátridas y a los que alardean de patriotismo se les dice patrioteros (chauvinistas). Es fácilmente identificable este amor, como por ejemplo en los campeonatos internacionales de selecciones de fútbol en los que los “hinchas” se desgarran el corazón por su equipo.
Bolivia, como nación y patria está siendo devastada por la acción de la globalización y sus agentes internos, están borrando su historia, sus costumbres, sus valores más elevados, su querencia por la patria y eso se refleja hasta en la Constitución que nos divide con odio en 36 “naciones” inexistentes muchas de ellas y otras desapareciendo por la contaminación mortal del mercurio en la explotación del oro.
Casi todas las naciones son plurales, pero siempre predomina el sentimiento patrio y esa conjunción de nación y patria tiene por corolario la identidad nacional con la que nos identificamos en cualquier parte del mundo para decir: “soy boliviano”. Pero sin darnos cuenta esta identidad nacional está debilitándose, aunque en alguna medida por el trato sospechosamente desafortunado que se da en las terminales de aeropuertos internacionales.
Y es absurdo lo que hoy pasa, nos hacen ver a un Michael Jackson bailando en una fiesta folclórica religiosa como si estuviera en el incario o a artificiales musculosos inyectados con el peligroso Synthol adoptando ridículos comportamientos en dichas fiestas bolivianas y esto no es siquiera sincretismo, es destrucción de la identidad nacional.
Columnas de GONZALO PEÑARANDA TAIDA