El fin de los partidos feudales
Podríamos estar viviendo la transformación del ejercicio de la política, como la entendíamos, a través de los partidos políticos. ¿Es el fin de los partidos feudales?
La casi desaparición de los partidos tradicionales de primera línea como el MNR, ADN, MIR y el deceso, ya de larga data, del MBL y CONDEPA, entre otros, podría estar abriendo la puerta a lo que se llamaría una suerte de “democracia abierta”.
La revolución tecnológica de las comunicaciones y la muerte de la distancia han provocado cambios en varios ámbitos, desde los sistemas financieros y la política hasta la forma en que vivimos y prescindimos del intermediario, del “agente”.
De igual forma, hemos entrado en la era digital del “ciudadano soberano”, en la que éste se rige a sí mismo y cada día prescinde más de la burocracia estatal, de la agencia de viajes, de la secretaria de oficina, pronto del conductor de vehículo y finalmente… del partido político tradicional.
En Bolivia, como en otras partes, el “agente” —el Gobierno al cual le encomendamos la administración de nuestro patrimonio patrio— nos ha secuestrado, enmanillado, encapuchado, insultado, humillado y finalmente, real o figurativamente, nos ha encarcelado o deportado. El régimen actual se ha alzado con nuestros recursos y, para lograrlo, una vez conquistada su elección temporal, ha destruido la institucionalidad, la competencia política y ha desconocido el límite temporal de su mandato. Ha matado a la democracia representativa y prácticamente se ha convertido en una tiranía.
Pero ¡oh sorpresa!, ante tanto abuso, el ciudadano boliviano se ha autoconvocado, ha protestado, ha salido a las calles, caminos y rotondas para hacer sentir su voz. Y pese a que ya una vez ha propiciado la renuncia de un tirano, en 2019, el actual Gobierno se muestra sordo e insensible al clamor popular, al reclamo de los derechos políticos, económicos y humanos. Y, peor aún, al cumplimiento de la ley.
Finalmente, en los primeros meses de este año, los ciudadanos han echado mano al referendo, al derecho de petición pública, a la democracia directa; y, apoyando la iniciativa de los juristas independientes, se han lanzado a recolectar el millón y medio de firmas que le impuso (y lo impidió) la normativa. Una exigencia de un número tan elevado de firmas hizo imposible ejercer esa modalidad de democracia directa prevista en la Constitución.
Ahora se perfila una alternativa: la del partido abierto.
La democracia partidaria ha sido una forma de “democracia cerrada”. Los partidos tienen “dueños”, “súbditos” o “militantes” y jefes vitalicios. Son, por así decirlo, “partidos feudales”, con sus jefes, candidatos únicos y permanentes.
Albert O. Hirschman, un célebre economista de Harvard, introdujo la noción de “partidos abiertos”, organizaciones de servicio público que presentan a la sociedad opciones alternativas ideológicas y de gobierno, haciendo que los electores, cual consumidores económicos soberanos, tengan la opción, la libertad de “votar con sus pies”, es decir, abandonar o adherirse a un partido, votar o no por el mismo, de acuerdo con su mejor preferencia electoral, en cada elección.
En el partido abierto ya no existe la militancia partidaria, la adhesión incondicional y permanente de individuos a una organización política. Su dirigencia y candidatos se eligen en votación abierta a todos los ciudadanos. Aquellos que aspiran a dirigirlo y/o ser candidatos compiten abiertamente por el voto ciudadano, en primarias abiertas. Es decir, muere el “partido feudal” y nace el verdadero partido democrático, de servicio público.
En ese marco, en Bolivia podríamos tomar esta opción y los candidatos de oposición podrían adherirse contractualmente a un decálogo de principios que constituyan la esencia de una propuesta alternativa al MAS, inspirados en la Carta Democrática de la OEA (2001). Y durante un año conducirían sus campañas proselitistas para someterse a una “preprimaria” de oposición, en 2024.
El candidato más votado adquiriría la legitimidad democrática de la preferencia popular y formaría listas de candidaturas respetando le prelación del voto ciudadano, con vistas a constituir un gobierno democrático.
¡Esta podría constituirse en la modalidad de “democracia abierta”, para ganarle al MAS en las elecciones de 2025!
Columnas de RONALD MACLEAN-ABAROA