Vargas Llosa: 2019
Tiempos recios, la última novela del Nobel Mario Vargas Llosa, se concentra en Guatemala. Allí, el escritor hace referencia a Bolivia. La de Octubre (Guatemala) y la de Abril (Bolivia) fueron revoluciones casualmente alineadas en tiempo e ideas. Precedieron a la cubana y sucedieron a la mexicana.
Pero Vargas Llosa comete un pequeño error. En la página 69 afirma que Jacobo Arbenz, continuador de la obra de Arévalo, miraba con ojo crítico la reforma agraria boliviana porque ésta dio mucho protagonismo al Estado y no así al campesinado.
El error está en que la reforma agraria boliviana se comenzó a aplicar sólo un año antes del derrocamiento cruento de Arbenz. La de Guatemala se inició en 1952, la nuestra, en agosto de 1953. Por tanto, mal pudo Arbenz haber mirado con ojo crítico lo que aún no había ocurrido.
En realidad, fue al revés. Los guatemaltecos orientaron nuestra reforma agraria y fueron numerosas las visitas de técnicos chapines a La Paz en esos meses.
Otro dato errado es que la reforma agraria boliviana dio poco espacio al campesinado. Como demostró Carmen Soliz (2022), el MNR organizó sindicatos agrarios y después firmó el decreto del reparto. Con ello colocó a los futuros dueños de la tierra como eje central de las decisiones en cada localidad.
Un error más de la maravillosa novela. En uno de sus diálogos, un agente de la CIA presume el papel de la agencia durante la segunda guerra mundial. La CIA fue creada recién en 1947.
Lo mejor del libro son las conclusiones. El peruano español nos enseña que, si Estados Unidos no alentaba la caída de Arbenz, Guatemala habría hecho fructificar un capitalismo moderno, lo cual, a su vez, hubiera podido evitar la radicalización del Arbenz cubano: Fidel Castro. El mundo se hubiera ahorrado la crisis de los misiles, y Cuba no habría retrocedido de la forma en que lo hizo.
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