Esto es dictadura
En estos tiempos postmodernos, de extremo relativismo y desprecio por la razón y la ciencia, una de las tareas preferidas de charlatanes y cabilderos de diversas causas, incluyendo las “emergentes”, es la perversión de la definición de algunos conceptos clave, como el de “democracia”, reducida en boca y pluma de estos personajes no pocas veces carentes de fama y reconocimiento internacional, al mero acto electoral y punto, de modo que la deducción, simple y elemental, es que allí donde se llevan a cabo elecciones, hay democracia. Apoyados sobre tal distorsión no faltan quienes defienden ardorosamente la tesis de que hay democracia en Venezuela, por tomar un ejemplo cercano.
Los apologistas del socialismo del siglo XXI —una gran parte de los cuales vive cómodamente instalada en países no afiliados a ese experimento castrista, casi todos en el occidente del hemisferio norte del planeta— han llegado incluso más lejos en esa ruta, al proclamar que uno de los tipos de democracia es la de partido único. Por consiguiente, la del pensamiento único, la que prohíbe pensar diferente y asociarse políticamente con otros que piensan como él, la que castiga a quienes se atreven a hacerlo con la censura, las amenazas, los actos de repudio, las detenciones arbitrarias, las torturas y tratos crueles, la prisión decidida en juicios sin formas ni garantías, el destierro e incluso la muerte.
Democracia de partido único, la que condena la libertad. Con base en esa falacia de grandes proporciones, estos voceros de la mentira se han dado a la tarea de lavarle la cara a la dictadura más larga de América Latina, esa que va para su sexagésimo quinto aniversario en 2024.
Esta perversión conceptual ha sido igualmente beneficiosa para el régimen imperante en Bolivia desde 2006, contribuyendo a que se mantenga la idea de que es democrático, opuesta a la verdad, pues la realidad revela que no es así. Por consiguiente, una vez más conviene recordar qué es la democracia y cuáles son sus cualidades, para entonces contrastar las evidencias pertinentes y concluir sobre tal base con una valoración sustentada.
La democracia es una forma de gobierno caracterizada por la limitación del poder en función de los derechos humanos, dentro de los cuales la libertad —en todas sus manifestaciones— ocupa un sitial preferente, cuyo resguardo se garantiza con la separación de los poderes y, en especial, la independencia judicial que asegura administración pronta, imparcial y legal de justicia y control constitucional efectivo. Además, la democracia incluye el funcionamiento de un organismo independiente de defensa de los derechos humanos, así como las garantías para el trabajo de otros, nacidos desde la sociedad civil.
No sólo eso. La democracia reúne como rasgo identitario la pluralidad ideológica y su consecuencia directa, el sistema de partidos, sujetos políticos iguales en derechos y deberes. Bajo tales condiciones, incorpora un sistema de elecciones igualitario, legal, imparcial, seguro y transparente, a cargo de un organismo independiente. Corolario de ello es la alternancia en el poder y la rendición de cuentas.
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La integración de lo expuesto se manifiesta en el Estado de derecho, causa y consecuencia al mismo tiempo, definido como el sometimiento de todos a la ley, bajo amenaza de sanción en caso contrario.
En el plano real, un recuento de lo acontecido en Bolivia desde 2006 demuestra fehacientemente que aquí se ha desmantelado la democracia hasta liquidarla en una sucesión incesante de hechos planificados y ejecutados desde las esferas de asesoramiento estratégico del régimen, las mismas que actúan en los demás países que sufren experimento similar.Al final de todo se ha dejado, para simular la democracia, un sistema electoral degradado, con un padrón contaminado que habilita electores inexistentes, un organismo a cargo convertido en vergonzosa dependencia del poder
Ejecutivo que ejecuta la impostura a través de decisiones y la manipulación de los datos, sin un sistema de partidos, sin igualdad en las condiciones de participación, campaña y control en todo el territorio, y sin seguridad en otra cosa distinta al fraude. En síntesis, sólo queda el salón de maquillaje electoral para garantizar la reproducción del poder, el mantenimiento de la dictadura.
Suman ya decenas de personas cuya vida fue arrebatada por decisión del poder. Se aproximan a 200 los presos políticos. Son cientos los compatriotas exiliados por la amenaza de pérdida injusta de su libertad. La lista de medios independientes se ha mermado sin cesar. Sólo te salvas del abuso si no molestas.
Jeanine Áñez, Marco Antonio Pumari y Luis Fernando Camacho, presos por un delito inventado. Marco Antonio Aramayo y César Apaza, torturados y vejados, el primero hasta ser muerto. Amparo Carvajal, cercada por los esbirros policiales que cuidan a los avasalladores. Son evidencias que ratifican que en Bolivia hay dictadura.
Columnas de GISELA DERPIC