¿Qué se le perdió a Arce en Cuba?
¿Hay bolivianos viviendo en Cuba?, ¿hay allí alguna significativa colonia boliviana? Que en otras partes las hay, y muy numerosas (Buenos Aires, San Pablo, Virginia). Pero en Cuba, justamente, no hay un solo boliviano a no ser, quizá, por algunos masistas que estén sufriendo semejante destino a título diplomático. En Cuba, de haber, ni exilados de ninguna parte hay, puesto que no se los recibe. Que se jodan por su cuenta, aún si lo hicieran orando en el altar de la Revolución.
E inversamente, ¿hay cubanos en Bolivia? Claro que los hay, cada vez más y que responden a estas categorías: a) cubanos migrantes, huyendo del castrismo b) la tenebrosa diplomacia cubana, es decir inteligencia castrista, asesores, expertos en represión (recuérdese la “extracción” de película que hicieron al secuestrar a Camacho). Y entre medio, todavía, está c) el caso de médicos cubanos en condiciones de esclavitud. Eso es algo que casualmente llegó a constarme, tal cual; lo vi con mis propios ojos el 2016 en Caranavi.
¿Y hay otros intereses bolivianos con Cuba, hay algún negocio, algún comercio, algún intercambio que redunda en el beneficio de ambos países? Ninguno. Se sabe además muy bien: el Estado cubano no está en condiciones de comprarle ni un botón a nadie. Así que Bolivia no tiene nada que venderle a Cuba, que además nunca le pagará un centavo. Otra vez: no existen ningunos intereses bolivianos en Cuba.
Vistas así las cosas, ¿a qué tiene que estar yendo Arce, una y otra vez, como ya lo hacía Evo-el-Fraudulento? ¿Qué se le perdió en esa isla, desde hace ya más de 50 años tan desgraciada?
Recordemos, además, que hace muy poco las macabras fuerzas castristas otra vez atacaron, pegaron y encarcelaron, con penas absurdas, a cientos de ciudadanos comunes.
¿Se le puede haber perdido algo de bueno a Arce, en semejante infierno del que los mismos cubanos huyen desafiando los tiburones o las horrendas condiciones del migrante pobre? Por supuesto que no.
¿A qué va tanto entonces?
Se sabe que todo musulmán que se precie querrá visitar la Meca siquiera una vez en su vida. Por razones religiosas, se dirá. A veces parece, sin embargo, que las razones religiosas y las políticas se entremezclan, dando por descontado que llamarlas razones ya es un traspié. Esto ya lo había observado John Gray, aseverando que la política es la continuación de la religión por otros medios. Y vaya que Castro logró establecer su culto de una forma que tendrían todo por envidiarle otros profetas menos afortunados (como Naasón Joaquín García, líder ahora preso de la “Luz del mundo”).
Hasta qué punto la fe ciega que se tiene en un Dios o en un tirano comparten una misma raíz o son lo mismo, queda por discutir.
Aparte de la convicción para-religiosa que Arce pueda profesar hacia la isla, sin embargo, hay otra razón muy poderosa, y realista, que lo tiene yendo a cada rato en pos de instrucciones. Lo que pasa, simplemente, es que allá, en esa vilipendiada isla, que una vez fue la Perla del Caribe, ahora ya también tienen la fórmula mágica, saben el modus operandi, de uno de los bienes más preciados del mundo: el de hacerse con un gobierno vitalicio (de la persona o ‘el partido’).
Eso es lo único que el castrismo tiene para vender, y sabe hacerlo: cómo se hace para quedarse con carácter vitalicio en el poder. No importa a costa de qué o de quiénes. Y ahí van Arce y otros, carrerita, puro oídos.
Columnas de JUAN CRISTÓBAL MAC LEAN E.