De la aviación y el rol del Estado
Hay quienes creen que BoA es una pésima aerolínea, y que Amaszonas es muy buena, y lo dicen por su experiencia personal, yo, de acuerdo con mi experiencia podría decir lo contrario, una vez Amaszonas me dejó varado en Asunción por cuatro días, porque simplemente canceló mi vuelo, y eso hace más de un año. Y sin embargo, las experiencias personales no deberían jugar un rol a la hora de formarse una opinión sobre lo que está pasando en los cielos paceños.
Sabemos que Amas, o Amaszonas tiene una deuda enorme con el fisco boliviano, y otra con la empresa que les arrienda los aviones, eso pone en riesgo sus operaciones y, por ende, pone también en riesgo el dinero que hubieran invertido en pasajes quienes compraron sus boletos para viajar en un futuro próximo. Sería pues sensato que las autoridades aeronáuticas de un país tomen cartas en el asunto, para evitar perjuicios al ciudadano.
Por el otro lado, es obvio que lo correcto es aceptar las decisiones o veredictos de una corte, (curioso que la justicia esta vez haya fallado contra los intereses del Gobierno).
El problema sin embargo puede verse desde otra perspectiva, y tiene que ver con el modelo económico del Gobierno que, dicho sea de paso, es aceptado vía elecciones por la mayoría de los bolivianos. Me refiero al hecho de tener empresas estatales, en este caso una aerolínea, que es ya, para empezar, una competencia desleal, o por lo menos excesivamente aventajada para quienes se atreven a hacer un emprendimiento aeronáutico. Esta desigualdad de condiciones es tan perversa, que esos empresarios terminan teniendo una desventaja sobre ellos, a partir del dinero que ellos mismos pagan al fisco, (cuando pagan).
Ahora bien, en las actuales circunstancias, cuando un ministerio arremete contra una empresa privada, lo que se puede ver es un conflicto de intereses, y es que el Gobierno se convierte en juez y parte, quien más se beneficia con la desaparición de Amas es obviamente BoA, que es propiedad del Estado, en la práctica, propiedad del Gobierno.
El problema primigenio es precisamente que el Estado se dedique a tener empresas, esto imposibilita o dificulta enormemente el surgimiento de empresas privadas en el rubro en que eso sucede. Por lo demás, vale la pena preguntarse cuán bien o cuán mal están administradas esas empresas estatales.
Es importante subrayar, que estas empresas estatales resultan también antidemocráticas, porque terminan siendo un botín de pegas para el partido de turno, y una forma de coacción que eventualmente inclinan la balanza electoral a favor del partido gobernante, y su eventual eternización en el poder.
Por la información pública que se tiene es posible que las deudas de Amas la estén ahogando irremediablemente, no hay que olvidar que las aerolíneas pasaron por un período extremadamente difícil en la pandemia. Pero juega también un rol importante el minúsculo mercado interno. ¿Se animará otro emprendedor a iniciar una aerolínea en estas circunstancias? ¿Sería una solución abrir las puertas a aerolíneas extranjeras? Tal vez sí, pero no hay que olvidar la pésima experiencia de VASP en cuyas manos terminó el Lloyd Aéreo Boliviano.
Quienes abogamos por la libre empresa, y estamos por eso mismo en contra de las políticas económicas del MAS, no podemos estar a favor de una empresa estatal, pero tampoco a favor de que se dé más oxígeno del sensato a una empresa agonizante. Lo interesante de un sistema económico privado, es precisamente que si se da una quiebra, esta solo afecte a los propietarios de esa empresa.
Paralelamente lo interesante sería conocer con exactitud los estados financieros de BoA, algo que ciertamente está legalmente al alcance de la ciudadanía. El periodismo especializado tiene la tarea de socializar esa información.
El autor es operador de turismo
Columnas de AGUSTÍN ECHALAR ASCARRUNZ