Ganar pese a todo
¿Reconoces a alguno: Héctor Garibay, María José Pers, Gloria Poichée, Lizette Miura, Patricia Cortés, Rafaela Bonadona, Esteban Mayer, Conrado Moscoso Ortiz, William Rodríguez Cuellar y Vania Valkhyria Cisneros Rafael? Tal vez reconozcas al primero. Si te digo Etcheverry, Truco, Peña, Sandy, Quinteros, Borja y Melgar, hasta es posible que me digas cuándo y dónde jugaron.
En un país mezquino de apoyo gubernamental que sirva ganar preseas, y que anda encumbrando en las más altas cimas del reconocimiento social a deportistas que han pasado a la gloria hace ya más de 30 años, la ingratitud es el pan de cada día.
Al primer atleta que menciono, al jaguar boliviano que devoró a las poderosas gacelas africanas, lo llenaron de felicitaciones, lo hicieron posar con la Verde y pensaron que así, más algunos otros apoyos que aparecieron de la nada, quedaría satisfecho.
Pero Garibay ha decidido, como todos los que menciono en el primer párrafo, proseguir por la solitaria senda de hacer deporte individual y no de equipo. Parece que allí va mejor la cosa, porque los que ganan, en casa y fuera de ella, lo hacen en maratones, torneos de ajedrez, atletismo, tenis, kárate Kyokushin, esgrima, y ráquetbol.
Curiosamente nos montamos en la racha de los ganadores y nos sentimos orgullosos, porque alguien “está sacando la cara por nosotros” y nos está haciendo quedar “bien”, no importa en cuál escenario. La cosa es “sacar cara por Bolivia”. Así, por un día o dos, nuestra pobre autoestima se elevará un poquito.
Pero, la terquedad puede más y andamos alentando al seleccionado de fútbol, a sabiendas de sus pobres resultados. No pido abandonarlo, porque sabemos cuánto cuesta llegar al seleccionado, dejarlo todo en la cancha y tratar de marcar goles.
Pido algo más serio y casi imposible: abandonar la mañuda práctica de juntar apuestas con deporte. Un sueño imposible.
Sin embargo, a partir de la ceguera de todos, jamás damos importancia a los atletas individuales. Ahora que sabemos que el fútbol es un antro de corruptos (cosa que sabíamos desde hace años, pero había que ser parte del circo como buenos “fanáticos”), recién los internautas abren los ojos y se dan cuenta que “había habido” otros deportes y buenos deportistas.
Deja de pensar en “ganadores” o “perdedores”. En “mi equipo” contra el tuyo que lo amo por “tradición”. Empieza a mirar el esfuerzo silencioso, individual, cotidiano, permanente y sin insultos al contrincante que estos otros deportes nos están inculcando, algo que deberíamos practicar a diario, una maratón larga y esforzada que se corre paso a paso, esa disciplina que Bolivia necesita para salir del “jugamos como nunca, perdimos como siempre”.
Que el ejemplo de las nuevas generaciones no esté en las barras bravas, sino en los que sí traen medallas.
Columnas de MÓNICA BRIANÇON MESSINGER