En onda con el fútbol
Sigo la actualidad del fútbol tanto como la del curling o la del bádminton, casi nada. No es por antipatía ni rechazo. Simplemente, en algun momento de mi vida dejé el asunto para después... y hasta ahora no me pongo al día.
Y eso es problemático a veces, pues acabo en fuera de juego en un montón de conversaciones con los amigos. En particular con los partidos de la selección boliviana.
Antes de cada partido, se me ocurre sugerir que nuestros compatriotas perderán, considerando las estadísticas, las leyes del universo y el sentido común. Y eso genera reacciones bastante curiosas: “cada partido es diferente”, “hay que tener fe”, “son troncos, pero son nuestros troncos”. Uno diría que Bolivia tiene de verdad una oportunidad de ir al mundial.
Comprendo entonces que siempre hay que “apoyar a la selección” e intento compartir comentarios optimistas. Excepto que, luego de cada derrota, los mismos me salen con que “nunca ganaremos nada”, “hay que apoyar otros deportes”, “nunca más veré un partido de la selección”, etc. Vuelvo a meter la pata...
El fútbol es un desastre para mi vida social. Así que, para evitarme problemas, lanzaré opiniones aleatorias, de apoyo o de rechazo.
Podría decir, por supuesto, que el fútbol boliviano se maneja igual que el Estado. Pocos dirigentes, no muy brillantes pero atornillados al poder, junto a hinchas que no logran organizarse para exigir cambios y que sólo se lamentan. La solución pasa, como con el país, por más implicación personal, antes que solo palabras.
Pero ya me dijeron que sugerir semejantes cosas provocará que me destierren. Para vivir feliz (y tener likes), hay que apoyar las certezas colectivas y aplaudir el comportamiento de las mayorías.
Por eso, creo que me interesaré en el curling nomás. Parece un deporte divertido. ¿Qué tan complicado puede ser empujar una piedra? De esas tenemos en abundancia. En una de esas nos va mejor que con el fútbol.
Columnas de ERNESTO BASCOPÉ