Fin del ciclo
Con las reservas internacionales agotadas, la venta del oro y muchos prestamos en agenda, se avizora el fin del ciclo estatal diseñado por el régimen masista. Ese Estado fuerte y rentista administrando la riqueza y el excedente económico ya no es sostenible. Pues no hay riqueza ni excedente.
Se gastaron todo el excedente económico que se acumuló en el super ciclo de la economía mundial, del 2008 al 2014. Los volúmenes de ventas de gas a Brasil y Argentina se redujeron drásticamente. Es más, Argentina dejara de comprar el gas boliviano desde julio de 2024. Como dijo el mismo presidente, “hemos tocado fondo”. Se prevé incluso, que la producción de gas en 2029 no alcanzará siquiera para el consumo interno, si es que no encuentran nuevos campos que permitan aumentar la producción.
Entonces, ese Estado diseñado en base a la renta petrolera ya no es viable. Tuvo su época de oro, en la que se administró la mayor bonanza económica que conoce el país desde su fundación. Ningún presidente tuvo, como Evo Morales, la fortuna de gobernar disponiendo de esa gigantesca cantidad de recursos. Sin embargo, carecieron de una ingeniería económica y de inversiones. Antes bien, malgastaron a “diestra y siniestra” sin visión ni perspectiva de futuro. En la utilización del excedente, primó una agenda de gastos esencialmente política. El gran volumen del excedente económico, embriagó a la elite azul que descuidó lo más elemental: la diversificación productiva, para no depender solo de los recursos naturales.
Desde 2015, el año de inicio del declive, hasta 2022, los gastos estatales no se redujeron, más bien fueron en aumento, provocando déficits públicos acumulados, del orden de 7% del Producto Interno Bruto (PIB). Como suele ser una costumbre, los Estados siempre gastan más de lo que sus ingresos lo permiten. El caso boliviano es patético. Obviamente, estos déficits han sido financiados con el ahorro externo, llegando a tal punto de vender parte de las reservas que se encuentran en oro.
Cuando se “toque fondo”, no va existir otro remedio que achicar el Estado y cambiar de ciclo. Hay, en este momento, cerca de 130 empresas públicas que representan un gasto mayor a 3.500 millones de dólares al año. Es un Estado hipertrofiado, con más de 526.000 empleados públicos, todos militantes azules.
En algún momento se tienen que adoptar medidas serias para equilibrar la economía y dejar de gastar lo que no se tiene. Claro, en una primera etapa se puede seguir gastando prestándose plata, que es lo que está haciendo el Gobierno ahora. Pero, en determinado momento, más temprano que tarde, los ajustes son absolutamente necesarios. Caso contrario, cuando ya no seamos sujetos de crédito, para seguir gastando, seguramente acudirán a los fondos de la Gestora Publica o procederán con la emisión inorgánica de dinero, como normalmente lo hacen los regímenes populistas. Sin embargo, esto puede ocasionar procesos hiperinflacionarios demasiado traumáticos y onerosos, sobre todo para las clases populares.
En determinado momento, también, como todos los Estados en quiebra, se tocarán las puertas del Fondo Monetario Internacional (FMI), como lo está haciendo ahora el Gobierno argentino. Su estabilidad económica, depende del apoyo que este organismo financiero pueda concretar.
Ahora bien, si en el corto plazo, el Estado, no repone los ingresos que percibía por la renta petrolera, los bonos, sobre todo el de la Renta Dignidad, están en serio riesgo. El litio es todavía para largo plazo.
Los ajustes entonces deben efectuarse ahora, pues más adelante sus efectos serán catastróficos.
Como sostenía Joseph Alois Schumpeter, en economía todo es cíclico, y los cambios se producen cuando precisamente los modelos se agotan o ingresan en crisis. El modelo boliviano, basado en la renta petrolera, está agonizando. Urge achicar el Estado
Columnas de ROLANDO TELLERÍA A.