El peor alcalde de Bolivia
Hoy me preguntaba un amigo, con bastante seriedad: “¿Cuál es el peor alcalde de Bolivia y por qué Iván Arias?”
Naturalmente, tuve que manifestarle mi desacuerdo. No podremos saber si Arias es de verdad el peor alcalde a menos que determinemos parámetros objetivos y reglas claras de evaluación. Algo así como un campeonato, sólo que no de fútbol, sino de estulticia e ineptitud.
Pensando en los colegas de Arias, diría que la competencia está bastante dura en esta lucha por ocupar el último lugar.
Sabemos que es un gran cliente de Paceña, pero eso no lo hace necesariamente mal alcalde y quizás se trata de su manera de apoyar la producción nacional.
También es muy afecto a las fiestas inútiles y a las borracheras colectivas que disfrazamos como manifestaciones culturales, pero en eso parece que se comporta como el ciudadano promedio.
Si tuviera que evaluarlo de inmediato, diría que el señor es, sin duda, el alcalde con menos imaginación del país.
No propone una visión para La Paz y ni siquiera intenta mejorar la institución que dirige. Se limita a repetir consignas vacías y a cubrir lo que puede con los colores del grupo que llama partido (y que desaparecerá antes de las próximas elecciones).
O tal vez convenga no considerar a Arias en este improbable concurso. Tengo la impresión de que el caballero no entiende bien en qué consiste el trabajo de alcalde. Eso lo demostró, por ejemplo, con el penoso asunto de las gigantografías dedicadas a Messi y a la selección argentina.
Entonces, si no se comporta como alcalde, ¿podemos decir que es el peor? Pongámoslo mejor en un concurso de organizadores de eventos, digo yo.
Columnas de ERNESTO BASCOPÉ