Amores platónicos
En alguna etapa de nuestra vida, indefectiblemente, nos hemos enamorado de alguien ilusorio, inalcanzable. Hemos tenido un amor platónico, esas personas que se convierten en una quimera, pues son irreales e inacabados. ¿Tal vez fue un actor?, ¿un escritor?, ¿un cineasta?, ¿un poeta?, ¿un cantante?, ¿un personaje público? o ¿aquel docente admirado? o ¿aquel vecino inabordable por alguna razón? La gama puede ser amplia. Ese amor imposible y que es idealizado no necesariamente supone la existencia de atracción sexual o erótica, pues podría estar basado en una serie de virtudes con la que cuenta el amado.
Este 21 de septiembre, inicio de la primavera, les confesaré quienes son mis amores platónicos. El orden para presentarlos no corresponde a ninguna jerarquía.
1.- Se llama Jaime Sabines, de oficio poeta, nacido en Chiapas, México, allá por el año 1936. Para conocerlo en persona hubiese tenido que nacer en aquella tierra, cuatro décadas antes a 1975. Chepita fue la mujer a la que le hubiese disputado el amor de Sabines. De este poeta me enamoré no hace muchos años, tal vez cinco o seis. Lo descubrí no como hubiera querido, en una banca de alguna plaza de San Cristóbal de las Casas, sino en las redes. Me enamoraron sus poemas. En el momento en que lo vi, verso tras verso leer: Espero curarme de ti, Los amorosos o Muero de ti, fue amor a primera vista.
2.- El colombiano Gabriel García Márquez, nacido en Aracatá en 1927, me ha conquistado con su narrativa. Su obra culmen, Cien años de soledad, la conocí cuando tenía 11 años, y mi hermana de 16 la leía y, a cada momento, la risa le invadía. Me dio curiosidad, ¿por qué la disfrutaba tanto? Años después el libro llegó a mis manos, entonces por primera vez entendí aquel regocijo. Décadas más tarde lo releí. Cada vez que devoraba las páginas, atravesadas con la maraña de los Buendía, descubría uno y otro elemento. Hace poco, con lápiz en mano, lo volví a releer, esta vez, marqué y reparé en aquellos párrafos que se me hacían exquisitos en su escritura. Como toda una fan, he leído sus novelas, cuentos, las jirafas, como solía llamar a sus columnas. He seguido los cursos y charlas que analizaban su narrativa. Para mí, fue todo un boom descubrirlo.
3.- Javier Marías es el más reciente amor platónico que cupido me mandó. Lo he conocido, lastimosamente a partir de su muerte, cuando miles de devotos lectores lo lloraban y rememoraban su obra. No aguanté la curiosidad y en la web accedí a todo cuanto está disponible sobre él. Conseguí sus obras en Kindle, y en las pocas librerías de Cochabamba, pude comprar algunas otras. Me he visto casi todos los videos donde da conferencias y entrevistas. He buscado sus columnas que solía escribir en el periódico El País. Hice varias cosas que una reciente admiradora enamorada haría, por conocerlo cada vez más. Me he enterado del pánico que le daba subirse a los aviones, la amistad especial que tenía con Arturo Pérez-Reverte y lo cascarrabias e incisivo que fue con la política española. He disfrutado de su fino humor, de su bella prosa, y me cautivó el estilo intimista que tienen sus novelas. Todo en conjunto ha hecho que quede rendida a sus pies.
4.- Finalmente, Joaquín Sabina es el cantante cuyas letras traducen el amor y desamor de los que somos prisioneros. Ha sido el responsable de que perdiera una apuesta, cuando con mis ojos de enamorada calculé su edad errando a su favor con una década menos, lo que me costó que sea deudora de un viaje a mi amiga Flor. Ella y mi suerte posibilitaron que azarosamente me encontrara en Quito el día en que Sabina se presentaba en concierto, y sin pensarlo corrí a verlo.
Que viva el amor en todas sus formas, porque “nuestra única defensa contra la muerte es el amor” diría Saramago. Y de ti ¿quién es tu amor platónico?
Columnas de GABRIELA CANEDO VÁSQUEZ